PUERTO PRÍNCIPE (HAITÍ), 14 (De la enviada especial de Europa Press Laura Ramírez)
El obispo de Puerto Príncipe (Haití), monseñor Guire Poulard, ha señalado que hay que poner "en orden" las administraciones en Haití ya que, según ha indicado, si el país estuviera bien organizado, en diez años sería "irreconocible".
Actualmente, según ha señalado durante un encuentro con la presidenta de Manos Unidas, Myriam García Abrisqueta, las personas que se encuentran en el poder, como senadores y diputados, "no están preparados".
En cualquier caso, se ha mostrado convencido de que el país saldrá adelante porque el pueblo haitiano "es trabajador y no tiene miedo a la miseria" y porque ha demostrado a lo largo de la historia que es capaz de "emerger con fuerza ante las dificultades".
Además, a nivel de la Iglesia, ha indicado que ésta debe formar a los cristianos "que son los que tienen que reconstruir el país", sobre todo los universitarios y, por ello, ha lamentado la pérdida de tantos médicos, enfermeras, ingenieros agrónomos y otros muchos profesionales que murieron en el terremoto.
Monseñor Poulard ha explicado que en Haití hay unos mil religiosos católicos, de los que 800 son sacerdotes, que se encargan de ofrecer un servicio en todo el país en favor de la educación, en la reconstrucción de viviendas, la educación de los niños, la ayuda a las familias y la salud y, todo ello, "sin hacer distinción" entre las personas.
Precisamente, las Hermanas Dominicas de la Presentación, en Puerto Príncipe, han recibido este jueves a un niño haitiano de unos cinco años con síntomas de desnutrición y señales de golpes en la cabeza que había sido abandonado por su madre en el centro sanitario. Esta situación ocurre a veces, según han indicado las religiosas, que rápidamente han puesto el caso en conocimiento de las autoridades. En esta clínica, las hermanas dominicas reciben cada día entre 170 y 200 pacientes a los que asisten de forma gratuita.
Por otra parte, el obispo de Puerto Príncipe ha remarcado que, tras el terremoto que sacudió Haití el 12 de enero de 2010, el pueblo cristiano católico en el país está viviendo "una experiencia dura pero muy rica" porque está descubriendo que la Iglesia "no son edificios sino el pueblo de Dios, que se reúne bajo un árbol, en las tiendas o bajo el sol".
No obstante, ha apuntado que durante el período de emergencia quizá faltó coordinación entre algunas ONG tras el seísmo, lo que, a su juicio, dificultó que la ayuda llegara a los que más lo necesitaban".
Además, ha indicado que los católicos en Haití se enfrentan a "una gran invasión de sectas norteamericanas que disponen de muchos recursos". Mientras tanto, según ha explicado, la Iglesia católica da "libertad" a los fieles y realiza un trabajo "más discreto" al servicio del que necesita ayuda material o espiritual.
Finalmente, monseñor Poulard ha destacado el incremento del numero de seminaristas tras el terremoto, que en estos momentos son más de 200 en todo Haití, incluso a pesar de tener que residir en tiendas de campaña. "Son conscientes de lo que les espera en el futuro", ha concluido.