Infografía sobre el suicidio. - FUNDACIÓN ANAR
MADRID, 23 Feb. (EUROPA PRESS) -
La Fundación ANAR ha señalado que es positivo hablar de las conductas suicidas para evitar que el suicidio se convierta en un tema tabú, pero ha advertido de que no se deben especificar procedimientos, escenarios ni justificaciones para evitar producir un "efecto contagio".
Así se ha pronunciado la fundación, ante las noticias aparecidas en los últimos días sobre un caso en el que están implicadas dos hermanas menores de edad.
Según el Estudio sobre Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en España (2012-2022), realizado a partir de las casi 600.000 peticiones de ayuda recibidas a través de sus Líneas de Ayuda, a lo largo de los diez últimos años, ANAR ha ayudado a 9.637 menores de edad que expresaron conductas suicidas, ya fuera ideación o intento de suicidio.
De estos, 3.097 se pusieron en contacto con ANAR cuando ya habían iniciado el intento de suicidio. El 63,8% de estos casos atendidos se ha concentrado en los últimos tres años, coincidiendo con la pandemia por coronavirus.
En este contexto, ANAR señala que los medios de comunicación pueden jugar un papel activo en la prevención del suicidio pero, dependiendo de cómo lo aborden, advierte de que también puede provocar un mayor riesgo de provocar un efecto contagio.
En este sentido, la fundación recomienda evitar emplear calificativos que lo hagan deseable y atrayente como "rápido", "sencillo" o "indoloro"; no asociarlo a actos de heroicidad, glorificación, romanticismo o valentía, que lo justifiquen o normalicen, y no utilizar titulares excesivamente alarmistas.
También aconseja no describir explícitamente el lugar, el método usado y cómo lo obtuvo la víctima, ni otros detalles de la muerte que puedan resultar ofensivos para ellos, sus familiares y entorno social, "mucho menos si pueden contribuir a su imitación". Según precisa ANAR, la referencia a ciertos escenarios asociados con el suicidio aumenta el riesgo de que se recurra a ellos.
Igualmente, pide evitar dar una visión "simplista", basada en la "especulación", como "por ejemplo 'se suicida por acoso'" ya que, según explica ANAR, el suicidio es "un fenómeno multifactorial que nunca se puede atribuir a una sola causa".
Entre otras recomendaciones, también apuntan: no utilizar fotografías del entorno en el que se ha producido el suicidio, no reproducir la nota de suicidio; extremar la precaución cuando el suicidio es de una persona famosa o provoca especial alarma social por su edad, y evitar los estereotipos de género, étnicos, de condición sexual, cultural o socioeconómica de las personas.
En su lugar, sugieren ofrecer estadísticas y datos objetivos, contextualizando el problema social y contando con expertos en conducta suicida que aporten el contexto con una visión más centrada en la problemática y no en el caso concreto; enfocar la información desde una perspectiva positiva y contar testimonios de personas que lo hayan superado.
Asimismo, proponen informar sobre factores de riesgo, señales de alarma, describir las consecuencias físicas de intentos de suicidio (daño cerebral, parálisis) que puede actuar como elemento de disuasión y acompañar la noticia de información sobre recursos de ayuda, como las Líneas de Ayuda ANAR.
AUMENTO PREOCUPANTE
En declaraciones a Europa Press, el director de Programas de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros, ha advertido de que los suicidios en menores "están creciendo de forma muy preocupante". La tasa de incremento es altísima, se multiplican casi por 26 los intentos de suicidio en los últimos 10 años y casi por 24 las ideas de suicidio. Y el incremento ha sido mucho más significativo desde el Covid, en los últimos tres años", ha explicado.
Lo que es más "infrecuente", según ha precisado son intentos de suicidio de dos hermanos. "Es un caso más infrecuente, normalmente son casos individuales, no de forma colectiva", ha indicado.
En todo caso, lo que sí ocurre muchas veces, según ha puntualizado, es que se produzca un "efecto contagio" si los menores están pensando en acabar con su vida y recurren a Internet, donde encuentran a otros menores que justifican el suicidio como método para resolver un problema e incluso explican cómo hacerlo.
Respecto a los grupos de riesgo, Ballesteros ha explicado que los menores más vulnerables son el colectivo de los adolescentes con discapacidad, menores de familias migrantes, del colectivo LGTBI; y ha advertido, en concreto, de un grupo que suele pasar desapercibido pero que "preocupa" a ANAR, el de los menores de 10 años.
En el caso de estos niños tan pequeños, el principal problema asociado es el acoso escolar y, en los mayores de 10 años, otros problemas asociados, dentro del bloque de la violencia, son el maltrato físico intrafamiliar, el maltrato psicológico, también el acoso escolar, las agresiones sexuales o la violencia de género. Por otro lado, en el bloque de la salud mental, los principales son los problemas psicológicos, trastornos de conducta alimentaria, tristeza o depresión.
Ballesteros también pide estar atentos a las autolesiones, "el mayor predictor de la conducta suicida", y a la verbalización de pensamientos como 'quiero terminar con todo' o 'ya no puedo más'. "No hay que pasarlo por alto, hay que prestarle la atención adecuada", ha avisado.
Para ello, ha recordado que la Fundación ANAR pone a disposición dos teléfonos: el 900 20 20 10 para los propios niños, niñas y adolescentes en riesgo; y el 600 50 51 52 para familias y colegios. En estas líneas, los menores y familiares reciben la atención del equipo de psicólogos, especializado en conductas suicidas y en la resolución de problemas que hay detrás.