GRANADA, 15 Mar. (EUROPA PRESS) -
Cristóbal Entrena, un amigo de Inmaculada Echevarría, que hoy se acercó al tanatorio del cementerio municipal de Granada para velarla, explicó que, tal y como ésta le confesó ayer tras ser trasladada al Hospital San Juan de Dios, donde a las 9.00 horas fue desconectada del respirador, se marchó "tranquila" y "preparada para todo".
En declaraciones a los periodistas, Entrena, uno de las pocas personas que mantenía contacto con Inmaculada, a quien visitaba periódicamente, indicó que su última voluntad era ser incinerada y que sus cenizas se esparcieran por el mar Atlántico, en el litoral de Pontevedra, donde Echevarría recordaba haber pasado "los mejores momentos" de su vida.
Entrena, que conoció a Inmaculada cuando su padre estuvo ingresado en el Hospital de San Rafael, donde ella permaneció once años postrada en la cama, explicó que pudo despedirse de ella, quien le dio las gracias por su apoyo.
Así, estuvo a su lado a la llegada a San Juan de Dios junto a más amigos, tres médicos, una celadora, una ATS y su abogado, Ignacio Fernández, destacando que, al ser trasladada ayer por la mañana al centro hospitalario perteneciente al Servicio Andaluz de Salud (SAS), "ella ya sabía a lo que iba".
Pero Entrena, quien lamentó no poder darle el último adiós a su amiga, ya que la sala 8 del tanatorio donde reposan sus restos mortales hasta ser incinerados mañana permanece cerrada, aseguró que, debido a la emoción que le embargaba, decidió marcharse minutos antes de que se le retirara el respirador.
"La sedaron, nos dio un beso a los que estábamos allí y después la desconectaron", afirmó, precisando que las últimas palabras de Inmaculada fueron de agradecimiento a los enfermos que atraviesan su situación y a quienes luchan por ellos.
El amigo de Echevarría también apuntó que del Hospital de San Rafael se marchó ayer noche el abogado de Inmaculada, portando un sobre destinado a su hijo biológico. En su interior, según precisó, está su última voluntad.
A las puertas del tanatorio del cementerio municipal también se acercaron enfermeras, una voluntaria que estuvo con Inmaculada en los últimos ocho años, un médico que se encargó de atenderla, varias personas de la Rioja y Teresa Fernández, otra de las pocas personas que visitaba periódicamente a Inmaculada Echevarría en el hospital.
Todos ellos lamentaron no poder velarla al estar cerrada la sala en que se encuentran sus restos mortales, al parecer, por orden del abogado, según comentaron.