BAGDAD, 13 Abr. (EUROPA PRESS) -
Las policías de Bagdad no sólo se enfrentan diariamente a la violencia que sacude todavía la capital del país árabe, sino que se ven obligadas constantemente a defender su estatus social ante un entorno profundamente tradicionalista que las rechaza por su género y por la profesión elegida. Hay confianza, no obstante, en que las mujeres asienten su posición entre las filas de las fuerzas de seguridad, máxime cuando enemigos como Al Qaeda no tienen reparos en emplear a terroristas femeninas para perpetrar atentados suicidas.
Incluso bajo el dominio del partido Baaz de Sadam Husein, que fue visto como relativamente progresivo para Oriente Próximo cuando se habló de los derechos femeninos, las mujeres no trabajaban en la Policía excepto como agentes de tráfico. Más tarde, cuando las décadas de guerra y sanciones devastaron al país, las opciones de las mujeres disminuyeron. Los hombres, cada vez más pobres, retrocedieron a sus valores basados en la estructura tribal de Irak y en el Islam, que ven que el lugar de la mujer está en la casa.
Una campaña de Sadam de "islamización" en la década de 1990 produjo una erosión de los derechos de la mujer. Y desde su caída tras la invasión del 2003 liderada por Estados Unidos, Irak ha estado dominado por partidos chiítas islámicos que no simpatizan con la idea de la igualdad de géneros.
EXPERIENCIA PERSONAL
En su vieja casa de Bagdad, la agente Bushra Kadhem sirve desayuno a sus hijos, termina su té y se prepara para un día en los puestos de seguridad en una de las ciudades más peligrosas del mundo. Kadhem, de 43 años, se convirtió en el 2005 en una de las primeras mujeres policías, justo cuando aumentó la actividad insurgente y los milicianos buscaron como blancos a los reclutas de las fuerzas de seguridad. Estar en el puesto de seguridad equivocado en el momento equivocado significaba la muerte.
Ahora, con la disminución de la violencia en Irak, Kadhem dice que enfrenta un desafío más persistente: persuadir a un esposo y a una sociedad conservadores para que acepten la elección de su carrera. "Tenemos que cambiar la percepción de las mujeres que dice que ellas deben quedarse en casa o sólo hacer ciertos tipos de trabajo", indicó Kadhem. "Al principio las mujeres policías eran vistas como un fenómeno extraño, pero espero que la sociedad pueda progresar más allá de esto", agregó.
DETENER Y BUSCAR
Ahora, después de que las fuerzas estadounidenses entregaran el poder a los militares y policías locales, y mientras ya se preparan para abandonar completamente Irak para fines del 2011, las oficiales jugarán un rol importante en la seguridad del país. Sin importar los reclamos de sus esposos o sus colegas masculinos, las policías como Kadhem destacan que uno de los enemigos de Irak, Al Qaeda, no tiene reparos en reclutar mujeres.
El año pasado se vieron más de 20 atacantes suicidas mujeres lanzando ofensivas en representación del grupo militante islámico suní, que ha probado una táctica exitosa, precisamente porque las mujeres rara vez resultan sospechosas para los policías, indicó el portavoz de la fuerza, el teniente coronel Mohammed Ibrahim.
El grupo de mujeres que se ha unido a las fuerzas de seguridad tras la invasión ha aumentado a 3.100, desde los 480.000 efectivos actuales. En la Policía Nacional, sólo hay 120 mujeres entre 45.000 hombres. Pero las cosas están cambiando. Hace dos meses, 490 mujeres se graduaron de la Academia de Policía, la mayor cantidad hasta el momento.
"Estamos creando una nueva cultura", manifestó Samira al Moussawi, directora de la comisión femenina del Parlamento. "Hay una confianza renovada de que podemos librar a nuestra sociedad de ideas equivocadas sobre las mujeres", agregó.
Kadhem tiene fuertes razones personales para su compromiso con las fuerzas de seguridad: su hijo, también policía, fue secuestrado y asesinado en un ataque sectario en el punto máximo de violencia en el 2006. "El asesinato de mi hijo me hizo decidir escalar en mi carrera", aseveró una emocionada Kadhem, mientras secaba sus lágrimas.
Las mujeres oficiales tienden a estar restringidas a labores administrativas o a puestos de control. Realizar redadas en busca de militantes sigue siendo una tarea reservada para los hombres. "Ella puede hacer muchas cosas, pero no las que involucran rudeza y poder físico", señaló Haider Abdul Amir, teniente de Policía. "Las mujeres son demasiado emocionales y resultan afectadas fácilmente con los acontecimientos", agregó.
Estos estereotipos son un problema, dice Kumait Abdulá, mientras recuerda cómo sus colegas hombres tomaron fotografías de ella con sus audífonos durante uno de sus primeros almuerzos en el comedor. "En la sociedad iraquí, hay personas que entienden que las mujeres pueden trabajar tan bien como los hombres, y también están los fanáticos", dijo Abdullah. "Espero que pronto todos nos acepten como capaces", agregó
-. Firma: ISR .-