Actualizado 15/10/2009 21:49

Las víctimas del 'violador del chandal' no tienen dudas

LA CORUÑA, 15 Oct. (EUROPA PRESS) -

El juicio contra Andrés Mayo Fernández, conocido como el "violador del chándal", por cinco delitos de violación en grado de tentativa y otros tres consumados cometidos en la ciudad herculina entre diciembre de 2006 y agosto de 2007, prosiguió este juicio en la Audiencia Provincial de La Coruña con la declaración de nuevos testigos. Entre ellos, se encontraban varias víctimas que sostuvieron que no tenían "dudas" sobre la identificación del procesado como presunto autor de los hechos.

Al testimonio de las cuatro víctimas que declararon ayer en la primera sesión de este juicio, se sumó hoy el de otras cuatro. Todas ellas hicieron un relato similar del momento de la agresión al asegurar que, tras salir del trabajo y llegar al portal de su casa, oyeron unos pasos y sintieron como una persona les agarraba por detrás. Sólo en un caso la agresión se produjo en el puente de Matogrande, a la altura de la avenida de Alfonso Molina, aunque la mujer logró huir y pedir auxilio.

Las víctimas relataron también que el agresor intentó evitar que gritaran tapándoles la boca y que les realizó tocamientos. En el caso de las tres mujeres con las que no se consumó la agresión sexual, coincidieron en que sus gritos o el forcejeo que mantuvieron con él hicieron que desistiese de su intención. "Estoy convencida de que era una agresión sexual por la forma en que fue el ataque", sostuvo una de ellas, a preguntas de las acusaciones particulares.

La última víctima en declarar hoy y con la que llegó a consumar la violación, aseguró que también le dio patadas e insultos racistas por su origen sudamericano y afirmó que el agresor le puso "algo" en el cuello. "Sentí algo afilado, pero no lo vi", indicó a preguntas de una de las abogadas. Esta mujer aseguró que no denunció los hechos hasta un mes después "porque tenía miedo y estaba algo confundida", indicó, aunque sí fue atendida en la Casa del Mar de La Coruña tras lo sucedido.

IDENTIFICACIÓN DEL AGRESOR

Las preguntas del fiscal y las acusaciones particulares se centraron hoy en intentar demostrar que las víctimas no dudaron al identificar a Andrés Mayo como autor de los hechos, frente a la tesis contraria de la defensa que cuestiona la forma en que se realizó la rueda de reconocimiento.

En la sesión de hoy, y frente a las dudas que, según el abogado de la defensa, mostraron algunas ante la Policía y en el juzgado, todas coincidieron en identificar al agresor como una persona con una "constitución robusta y unas manos grandes". Una de ellas admitió, no obstante, que en la rueda de reconocimiento en el juzgado aseguró que no ponía "la mano en el fuego" al realizar esta identificación.

Esta víctima atribuyó esta afirmación "a que la situación era bastante estresante", una afirmación en la que coincidió otra de las mujeres para justificar sus declaraciones ante la Policía. "En lo que vi de los brazos reconocí al agresor y después de escuchar su voz, no tuve duda", afirmó otra de las agredidas.

Por su parte más contundente se mostró otra de las víctimas, quien dijo que lo reconoció "físicamente" y por la "voz". "Si lo hubiera dudado, antes de decir algo de lo que no estoy segura, no lo hubiera dicho", sostuvo.

DECLARACIÓN DE POLICÍAS

Hoy también prestaron declaración el jefe del procesado en la empresa en la que trabajaba cuando se produjeron los hechos y dos policías que participaron en la investigación. Uno de ellos confirmó que en el móvil de unas las víctimas a la que le faltó el teléfono tras la agresión aparecieron llamadas, que la chica dijo que no eran suyas, "a una sección de contactos".

Otro, por su parte, confirmó que la joven de origen sudamericano víctima de una de las agresiones le aseguró que en el reconocimiento fotográfico había reconocido al agresor, pero que no lo dijo porque estaba "nerviosa". Al igual que ayer, las víctimas aseguraron que han estado o siguen en tratamiento psicológico y que no se atreven a salir solas de noche. Algunas perdieron también su trabajo.

El ministerio público y las dos acusaciones particulares, que representan a las ocho víctimas, piden en total penas que suman 127 años de prisión para Andrés Mayo, condenado en la década de los 90 a una pena de más de 100 años de prisión, de los que sólo cumplió 12 años por buen comportamiento, por agresiones sexuales en León y Asturias. La defensa, por su parte, solicita la libre absolución por falta de pruebas. El juicio proseguirá el próximo martes.