Actualizado 22/10/2008 15:22

El 90% de los indígenas americanos ha desaparecido desde su contacto con los europeos, según Survival

El progreso de Occidente establece en los pueblos indígenas nuevos ciclos sociales que provocan que su sociedad se derrumbe


MADRID, 22 Oct. (EUROPA PRESS) -

La forma de imponer el progreso occidental a los pueblos indígenas les reporta una existencia corta y desoladora, con la muerte como única escapatoria porque "el desarrollo destroza su cultura y su sentido de cómo vivir en este mundo, llevándoles al suicidio", aseguró hoy el responsable de difusión de la organización Survival, Miguel Ángel del Ser, quien apuntó que, "en América, el 90 por ciento de los indígenas ha desaparecido desde su contacto con los europeos".

"El 'progreso', desde la construcción de carreteras hasta los reasentamientos, trae consigo prostitución, abuso de mujeres y niños, así como enfermedades sexuales", según el informe titulado 'El progreso puede matar' presentado en la Casa de América de Madrid. Un ejemplo de este hecho es la ocupación indonesia, "desastrosa para los papúes, ya que su tasa de infección del virus del sida es 15 veces superior a la media nacional, y aumenta con rapidez", añade.

"La educación sanitaria y su chequeo se dirige a la población indonesia, no a la indígena. Muchos papúes creen incluso que el Ejército introduce deliberadamente el sida como herramienta para el genocidio, y algunos pueblos indígenas se enfrentan a la aniquilación total por esta enfermedad", añade.

Los indígenas de todo el mundo sufren la reubicación y el asentamiento forzosos, y se ven a sí mismos en un entorno al que no están acostumbrados, quedando "alienados y sin esperanza (...), por lo que muchos recurren al suicidio", apunta Survival. "En Canadá, los grupos indígenas que han perdido la conexión con sus tierras presentan tasas de suicidio diez veces superiores a la media nacional, mientras los que tienen vínculos fuertes a menudo ni lo conocen", señala el informe.

Los pueblos indígenas que viven en sus propias tierras, controlando su propia adaptación, son pobres en términos monetarios, pero su calidad de vida y salud es, a menudo, visiblemente mejor que la de muchos de sus compatriotas, añade el informe.

Uno de los ejemplos sobre cómo afecta el progreso occidental a las tribus indígenas es el caso de los granandamaneses, que viven en las islas Andamán, en el Golfo de Bengala. Desde que entraron en contacto con los británicos, el 99 por ciento de la población ha muerto, y sólo quedan con vida 53 personas, que sobreviven gracias a la ayuda gubernamental, ya que muchos padecen tuberculosis y la mayoría de hombres son alcohólicos.

MUEREN DE HAMBRE O DE ABUNDANCIA

"Se les mata o mediante la inanición o por enfermedades de la abundancia, ya que cambian su alimentación tradicional por las dietas hipercalóricas de Occidente", denunció Miguel Ángel del Ser, quien explicó que los pueblos indígenas sin tierras se ven forzados a adoptar una vida sedentaria y se hacen dependientes de las comidas procesadas en algunos casos, ya que, en el polo opuesto, se encuentran los indígenes dependientes de las ayudas gubernamentales --que consisten en aceite, arroz y harina-- "que ni siquiera encuentran la leña necesaria para cocinar", asegura el informe.

"También entran en la adicción a las drogas como el pegamento o la gasolina", añadió Del Ser. Los pueblos indígenas desposeídos se entregan con frecuencia a las drogas, normalmente a las más baratas y asequibles, como el alcohol y la gasolina. "Los bebés nacen con síndrome alcohólico fetal, los niños reciben poca atención de sus padres adictos, los adolescentes siguen su ejemplo y los padres son rechazados por las nuevas generaciones", apunta el informe. "Se establecen ciclos que no pueden romperse simplemente tratando a individuos o a sus síntomas y toda la sociedad se derrumba", añade.