PEKÍN, 27 Jun. (EUROPA PRESS) -
Hu Jia, un prominente defensor de los Derechos Humanos chino que salió de prisión este domingo, está en una situación "equivalente a un arresto domiciliario", según ha informado este lunes su esposa, Zeng Jinyan, que ha declarado a la cadena británica BBC que hay "una cantidad extraordinaria" de policías alrededor del edificio de Pekín donde viven.
Hu ha cumplido una condena de tres años y medio de cárcel por un delito de incitación a la subversión del que fue acusado por las críticas que vertió contra las autoridades chinas en varios artículos y entrevistas.
Este activista ha sido una de las personas más críticas con el Partido Comunista de China, del que ha dicho que "preside un sistema en el que la tortura y la discriminación están apoyadas por una sofisticada Policía secreta". También ha defendido a las personas enfermas de sida y subrayado la importancia de proteger el medio ambiente.
A través de un breve mensaje en Internet, Zeng ha indicado que ella y su marido tienen una "libertad limitada" que "ahora mismo equivale a un arresto domiciliario". En la primera fotografía difundida tras su liberación, Hu aparece sonriente en su casa.
La mujer ha dicho a la BBC que está intentando conseguir una cita en el médico para su esposo --que padece de cirrosis--, pero tendrá que pedir permiso para salir de casa. A su juicio, Hu "se reintegrará poco a poco en la sociedad", aunque "necesita unos días" porque "no está acostumbrado".
En una entrevista telefónica concedida a una cadena de televisión de Hong Kong, Hu ha reconocido que su familia está intentando convencerle para que no retome su activismo: "Me han dicho que viva como una persona normal, que no me enfrente al sistema porque el sistema es muy, muy cruel, por ejemplo al usar el poder gubernamental para vulnerar sin dudarlo los derechos de un ciudadano".
Él ha respondido a sus familiares que tendrá cuidado. Jerzy Buzek, presidente del Parlamento Europeo --que concedió el Premio Sajarov a Hu por su defensa de los Derechos Humanos--, ha subrayado la importancia de que Pekín permita que éste y otros activistas chinos lleven "una vida cotidiana sin más obstáculos".
Cerca de una docena de personas han sido detenidas este año en China y retenidas en centros de detención secretos, incluidos varios abogados y activistas. La mayoría se han negado a hablar después de haber recuperado la libertad --posiblemente porque les han presionado o intimidado--, y algunos siguen desaparecidos.