HUELVA 18 Oct. (EUROPA PRESS) -
El responsable de la campaña de Energía Nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, dio a conocer hoy la existencia de fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en Cádiz de 1998.
En declaraciones a los periodistas, Bravo explicó que estas 7.000 toneladas de material radioactivo "contaminadas" con cesio "se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) número 9, ubicado en las Marismas de Mendaña, tras el accidente de Acerinox".
En este sentido, y tras señalar que las fugas fueron descubiertas por un grupo de expertos internacionales en materia de protección radiológica pertenecientes a Greenpeace, el ecologista aseveró que el cesio "está saliendo ya al medio ambiente, contaminando al río Tinto", lo que, a su juicio, "es algo muy grave, pues el cesio es un material muy radiactivo y peligroso para la salud humana".
Al hilo de ello, Bravo aseveró que, "supuestamente, desde el año 2001 Egmasa había puesto en marcha un plan de vigilancia radiactiva para controlar, con la supervisión del Consejo de Seguridad Nuclear, durante al menos 30 años, la evolución de este vertido de materiales contaminados por cesio-137 y evitar su intrusión en el medio ambiente".
El representante de Greenpeace puso de manifiesto que, "tras el descubrimiento de esta fuga, se demuestra que, o bien ese plan no existe o bien ha sido un absoluto fracaso", al tiempo que acusó al Consejo de Seguridad Nuclear, al Ministerio de Industria y a la Junta de Andalucía de haber actuado de forma "altamente irresponsable" al verter esos residuos "de forma incontrolada, provocando un grave problema de contaminación radiactiva".
Así, Bravo consideró que estos materiales "se tendrían que haber tratado como residuos radiactivos desde el primer momento", pero señaló que los distintos organismos implicados "acordaron no considerarlo así y, por lo tanto, no confinarlos en el cementerio nuclear de El Cabril".
RADIACTIVIDAD DIEZ VECES SUPERIOR A LA PERMITIDA.
"En su lugar se decidió verterlos en el CRI-9, tratando de camuflarlos entre la radiactividad de los fosfoyesos vertidos por Fertiberia en las marismas y recubrirlos de una capa de arcilla", según prosiguió el ecologista, que informó de que la organización Greenpeace está estudiando en estos momentos posibles actuaciones legales con el fin de que se depuren responsabilidades en este asunto.
Del mismo modo, señaló que, según las muestras tomadas, el nivel de radiactividad de estos materiales contaminados con cesio "es diez veces superior al permitido" y puso como ejemplo que "si un ciudadano se quedara allí permanentemente durante seis semanas, podría llegar a tener los niveles máximos de radiactividad permitidos".
Este hallazgo se debe a un grupo de expertos internacionales en materia de protección radiológica pertenecientes a la organización ecologista, que a instancias de Greenpeace España se han reunido desde el pasado lunes en la ciudad de Huelva para analizar la problemática de la contaminación radiactiva que sufren las marismas de los ríos Tinto y Odiel.
Y es que, según explicó Bravo, el 12 de junio de 1998, "tras ocultarlo a la opinión pública durante dos semanas, el CSN se vio forzado a reconocer que la nube del isótopo radiactivo cesio-137 que estaba recorriendo media Europa y había hecho saltar todas las alarmas en el viejo continente se debía a un accidente en la factoría que Acerinox tiene en Algeciras (Cádiz)".