Actualizado 18/06/2007 21:41

Más de 390 niños de Chernóbil aterrizarán el lunes en el País Vasco para pasar el verano con familias de acogida


MADRID, 18 Jun. (EUROPA PRESS) -

Un total de 391 niños ucranianos residentes en las zonas de radiación de niveles tres y cuatro de la región de Chernóbil aterrizarán el lunes en el aeropuerto vizcaíno de Loiu para pasar el verano con familias de acogida del País Vasco, que, por undécimo año consecutivo, abren las puertas a estos menores cuyo sistema inmunológico "necesita un respiro".

Es la Asociación vasca Chernóbil quien organiza estos viajes en colaboración con dos ONG ucranianas. Uno de sus voluntarios, Enrique Angulo, explicó a Europa Press que los viajes responden a una necesidad real de los menores que, por vivir sometidos a constante radiación, "tienen las defensas echas polvo" por lo que requieren unos días alejados de la contaminación para recuperarse "y pasar mejor el invierno".

"En Chernóbil hay cuatro zonas de radiación. En las dos primeras no está permitido vivir, pero sí en la tercera y la cuarta. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud recomienda que las personas abandonen al menos cuarenta días al año el lugar para que el cuerpo recupere sus defensas, ya que cuando llega el invierno, para estos niños un catarro se convierte en un ingreso hospitalario", apuntó Angulo.

Una vez en España, serán acogidos por distintas familias en función de sus necesidades. Así, explicó Angulo, "si un niño procede, por ejemplo, de una familia de muchos hermanos quizá necesite más atención, por lo que conviene que le acoga un matrimonio sin hijos, o al revés cuando viene un niño que es hijo único en su lugar de origen".

Respecto a las familias de acogida, no tienen un único perfil porque "hay mucha variedad y colaboran desde familias numerosas hasta monoparentales o parejas jóvenes sin niños". Son ellas, además, quienes soportan prácticamente toda la carga económica del viaje y la estancia del menor pues como apunta el voluntario, "se ha conseguido algo de financiación de algunos ayuntamientos pero la mayor parte la asumen las familias".

Según la experiencia de Angulo, "en general la acogida es positiva y la mayoría de las familias repiten al año siguiente, normalmente para acoger al mismo niño, salvo que éste ya no pueda participar en el programa" por haber cumplido los 18 años. De los 391 que viajarán este año, "unos 270 repiten y en torno a 130 vienen por primera vez".

CON GARANTÍAS.

La minoría de edad es el principal requisito para viajar a España desde Chernóbil, aunque no el único. Cuenta el voluntarios que a lo largo de los once años de trayectoria del programa se han tenido que ir "profesionalizando" hasta el punto de que ahora la organización selecciona a los niños sobre el terreno.

De este modo, garantizan primero, que el niño vive en uno de los lugares afectados por la radiación por lo que necesita el viaje; segundo, que su familia carece de recursos económicos; y tercero, que el menor sabe qué es el programa y quiere participar en él. Así se evitan casos como los ocurridos los primeros años, cuando "se infiltraban niños que allí son ricos porque sus padres, casi mafiosos, pagaban un avión a España".

Eso ocurrió en 1996 cuando se demostró que algunos de los niños que viajaban con el programa tenían un poder adquisitivo incluso superior al de las familias que les acogían en España. "Allí no hay clase media, o eres muy rico o pasas mucha necesidad (...) pero todo el mundo quiere salir de Chernóbil igualmente" y por eso, se produjeron las "infiltraciones".

"Nosotros incorporamos menores nuevos al programa cada año, vamos a sus casas y conocemos a sus familias", apuntó Angulo. Ya en España, la familia de acogida también contará con apoyo de la organización, que celebra actividades con frecuencia, así como la asistencia de cinco monitoras bilingües que viajan con los chavales y un teléfono de atención 24 horas.