Actualizado 03/11/2009 14:59

AMPL.- Una mujer confiesa intentar asesinar a su bebé de 14 días en Gran Canaria porque "oía voces" en su cabeza

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 3 Nov. (EUROPA PRESS) -

Una mujer confesó hoy que intentó asesinar a su bebé de tan sólo 14 días de vida, asfixiándole con un cojín en el domicilio familiar ubicado en Telde (Gran Canaria), porque "oía muchas voces" en su cabeza y "sentía que no podía ayudar ni proteger" a su hija de un mundo que consideraba "peligroso".

"No quiero recordarlo, yo llevaba días sin dormir y mi cabeza estaba llena de gente que me decía cosas y no paraban y yo no podía protegerla", afirmó emocionada A.S.G. durante el juicio que ha quedado visto para sentencia en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas, donde la Fiscalía ha solicitado para ella la pena de 10 años de cárcel por un presunto delito de intento de asesinato, mientras que la defensa reclamó la libre absolución.

La acusada, ex cabo del Ejército, afirmó que desde que nació la niña empezó a tener "unas pesadillas horribles", y manifestó que "estaba trastornada" cuando sobre las 13.00 horas del 17 de marzo de 2008 se encontraba con su hija de 14 días de vida en la vivienda familiar y, supuestamente "con la intención de acabar con la vida de su hija que hacía dos semanas que acababa de nacer, tras darle de comer a su bebé, la puso sobre la cama y valiéndose de un cojín, presionó y taponó la boca y nariz del bebé impidiéndole respirar".

"La asfixió para darle muerte y cuando advirtió de que ya no respiraba y en la creencia cierta de haber acabado con la corta vida de su hija dejó de presionar el cojín sobre su bebé", según la Fiscalía.

Cuando el padre de la pequeña y esposo de la acusada llegó al domicilio, su mujer le confesó que había matado a la niña y sólo la "rápida" actuación del progenitor en coordinación con el servicio de emergencias 112 salvó la vida del bebé, tras lograr reanimarla mediante un masaje cardíaco y respiración boca a boca y su urgente traslado al Hospital Materno Insular de Las Palmas de Gran Canaria, donde consiguieron estabilizar a la recién nacida.

SE MUESTRA ARREPENTIDA

La procesada se mostró durante el juicio "arrepentida" por lo ocurrido y aseguró que antes de dar a luz estaba "muy ilusionada" y "la niña era muy deseada". En todo caso, señaló que su marido "se puso violento un día" y le cogió "miedo".

A.S.G. añadió que empezó a sentirse "mal desde el día en que nació la niña y ese mismo día" tuvo pesadillas. "Estaba inmersa en una pesadilla y no sabía lo que hacía", apostilló, así como reconoció que antes de los hechos padeció bulimia y un trastorno depresivo de los 16 a los 21 años.

Por su parte, su marido apuntó que desde que nació la niña notaba "nerviosa" a su mujer --con la que está en trámites de separación--, aunque durante su embarazo no vio "nunca nada extraño". Asimismo, aseguró que "nunca" fue violento con ella, momento en el que la acusada le gritó y tuvo que actuar la Policía Nacional que le custodiaba.

"Yo la notaba tensa, pero como era primeriza pensé que era normal", indicó el hombre, que aseguró que su esposa le había comentado en alguna ocasión que "tenía pesadillas y tenía miedo de que alguien matara a la niña o la robaran".

Agregó que el día del suceso vio a su mujer "mal, distante y no hablaba con normalidad", por lo que, tras confesarle ella lo acontecido, le aconsejó que fuera primero a un psiquiatra y no a la Policía.

DAÑOS IRREVERSIBLES

Como consecuencia de la acción de su madre, la niña sufrió encefalopatía hipóxica por comprensión externa de orificios respiratorios, apreciándose un retraso en el desarrollo físico psicológico, con alteración de la psicomotricidad con daño cerebral hipóxico, precisando más de una asistencia facultativa y tratamiento médico posterior, según los informes forenses.

Le quedaron como secuelas un daño neurológico pothipóxico irreversible, con alteración neurológica en todas las tareas y que precisan de tratamiento para toda la vida, siendo imposible por los forenses precisar el grado de desarrollo que la menor pueda alcanzar en el futuro, lesión que le pudo llevar a la muerte si no se hubiese actuado "de forma diligente", manifestaron varios expertos.

PERSONALIDAD ESQUIZOIDE

Según tres peritos aportadas por el Ministerio Público que atendieron a la procesada, ésta sufre trastorno de personalidad con base no especificado con rasgos esquizoides y compulsivos, así como señalan que los informes médicos detectan que padece sintomatología depresiva asociada al parto. De este modo, indican que dicha patología supone una disminución de las capacidades cognitivas y volitivas para hechos como el de la presente causa, pero "no su anulación".

"Ella sí era consciente de lo que había hecho", aseguró una de las forenses, que al igual que las otras dos profesionales negaron que durante sus entrevistas A.S.G. les expusiera que "oía voces en su cabeza que le decían que matara a su hija".

Uno de los médicos psiquiátricos que atendió a la acusada en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria informó de que "no tenía alucinaciones, sino un pensamiento intrusivo u obsesivo". "Era como si tuviera una manía, una idea fija en la cabeza, pero no se daba cuenta de que era absurdo y que no tenía que hacerlo", argumentó el doctor, para quien A.S.G. "no tenía síntomas psicóticos", pero sí "síntomas de depresión moderada que afectaban parcialmente a su voluntad".

"NO QUERÍA QUE SU HIJA SUFRIERA"

"Ella sí sabía lo que estaba haciendo y pensaba que tenía que hacerlo porque creía que era la única forma de proteger a la niña y que no sufriera. Tenía la idea fija de que hubiera sido mejor no traer a la niña al mundo", señaló el especialista, que no cree que la acusada sea esquizofrénica.

En los mismos términos se expresó otro médico que reiteró que la acusada "pensaba que el mundo era peligroso y no quería que su hija sufriera". Asimismo, otra doctora incidió en que A.S.G. "entendía la trascendencia de lo que había hecho".

Por el contrario, el perito de la defensa sostuvo que A.S.G. "actuó como un autómata" y advirtió de que su "conocimiento y voluntad estaban totalmente alteradas". "Sus ideas obsesivas estaban relacionadas con la persistencia de delirios y alucinaciones que sufría", remarcó el experto, que subrayó que la acusada le confesó que "oía voces".

La procesada no tiene antecedentes penales y ha estado privada de libertad por los citados hechos desde el 10 de abril de 2008.

Por todo ello, el Ministerio Fiscal ha solicitado imponer a A.S.G. 10 años de prisión por un presunto delito de asesinato en grado de tentativa, así como la prohibición de aproximarse a una distancia inferior a 500 metros, comunicación y de volver al lugar de residencia de la víctima durante 12 años.

Para la Fiscalía, concurre en la procesada la circunstancia de parentesco como agravante y la circunstancia atenuante analógica de la responsabilidad criminal y el atenuante por trastorno de la personalidad.