JOHANNESBURGO 12 Mar. (Reuters/EP) -
Un mes después de que Zimbabue formara un Gobierno de unidad, miles de zimbabuense escépticos aún abarrotan una iglesia de Johannesburgo y duermen sobre su suelo, escaleras y sus naves, ya que no tienen planes de regresar a su país.
La iglesia Central Metodista de esta ciudad sudafricana se ha convertido en un campamento de tránsito para los zimbabuenses que dejaron su país sólo para encontrar más miseria en Sudáfrica, la mayor economía del continente. Dentro del edificio, más de 2.000 personas se agrupan en el único hogar que han podido encontrar. Otros 2.000 más se esparcen por las calles, empujándose para hallar un espacio en el que poder dormir en las abarrotadas aceras.
Cerca de tres millones de zimbabuenses han huido a los países cercanos, la mayor parte a su vecino en el sur. El acuerdo para el reparto de poder que se alcanzó el pasado mes de septiembre entre el presidente, Robert Mugabe, y el líder opositor, Morgan Tsvangirai, produjo al fin un Gobierno de unidad el mes pasado.
Pocos de estos inmigrantes que se refugian en la iglesia tienen esperanzas, ya que sospechan de Mugabe y esperan lo que parece ser imposible antes de regresar a casa: una nueva era política en la que no esté el líder veterano, que permanece en el poder desde 1980. "Cuando algunos de nosotros quisieron volver, fueron inmediatamente detenidos (...), sabemos que nos sucederá lo mismo", señaló un maestro de Harare, William Kandowe.
"La mayoría de sudafricanos no quieren a zimbabuenses en el país, nos emplean y, cuando llega la hora de pagarnos, nos denuncian a la Policía", aseguró. "Escapas del peligro para ser arrestado, para que te pidan un soborno y entonces te ponen de vuelta donde te has escapado", añadió Kandowe.
Los zimbabuenses, muchos de ellos con un nivel de educación alto, son acusados por los sudafricanos de provocar los delitos y de robar sus puestos de trabajo. Las tiendas ya han comenzado a quejarse de el número de personas que abarrota la iglesia y que duerme en las calles, y del peligro sanitario que puede conllevar.
A una de las personas que duerme en la iglesia se le diagnosticó meningitis esta semana, aumentando la posibilidad de que se produzca un brote de esta enfermedad a las dificultades. "La mayor parte de nosotros no estamos acostumbrados a estas condiciones (...), acostarnos sobre el suelo sin una manta ni nada que nos proteja, pero no podemos salir porque la Policía te persigue", manifestó Elizabeth Cheza, que ayuda al proceso de nuevas llegadas.
Pocos de estos inmigrantes esperan protección policial si se producen ataques contra los extranjeros como los que se dieron en el país hace un año. La única opción es esperar que se produzcan señales de que el nuevo Gobierno de Zimbabue tenga algo que ofrecer.
La mayor parte de los zimbabuenses que se refugian en Sudáfrica tienen estatus de migrantes económicos y no de refugiados, y no reciben cuidado sanitario ni servicios sociales. "Nos sentamos aquí con las personas que son vulnerables y que creen que serían aún más vulnerables si regresan, ya que piensan que los cuchillos aún no han sido guardados en sus fundas", declaró el obispo Paul Verryn, encargado de la iglesia.