Actualizado 09/08/2012 19:36

Un sacerdote pide desde Damasco que la comunidad internacional no se haga inmune al dolor de la población siria


MADRID, 9 Ago. (EUROPA PRESS) -

Un sacerdote en Damasco ha pedido a través de una llamada a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada que la comunidad internacional "no se haga inmune al dolor que sufre la población" en Siria y reclama que no se deje de ayudarles ni de rezar por ellos.

"De qué nos sirve toda esa tecnología y desarrollo del siglo XXI, todos esos avances si acabamos viviendo así: terror, violencia, muerte. Lo que estamos viviendo era inimaginable aquí hace tres o cuatro años. Parece imposible, pero le puede tocar a cualquiera. No se acostumbren a la situación en Siria. No queremos ser solo parte de una noticia. La guerra en Siria no es solo una noticia, es parte de nuestro presente y quizá también de nuestro futuro", remarca.

Según relata, el pasado sábado hubo bombardeos y cuando oyó las primeras bombas, decidió regresar a casa, aunque andando porque le fue imposible coger un medio de transporte. "Me sentía en un mundo irreal. Muchas tiendas están cerradas pero algunas todavía abren, la gente necesita seguir ganando algo de dinero para sobrevivir. Durante el camino escuchaba una y otra vez una expresión que era como un clamor unánime: 'Oh, Señor'", recuerda.

Además, indica que la situación en Alepo es mucho más difícil y dramática que en Damasco y que la tensión y el miedo son enormes. "En una situación como la que estamos pasando se aprecia que la religión no es algo arcaico, obsoleto o privado, como nos quieren hacer pensar a veces. Las personas aquí no pueden hacer nada para que las cosas tomen otro curso a nivel político, pero necesitan un apoyo espiritual que les devuelva la paz al corazón y hay que alimentar la fe y la esperanza, aunque el estallido de las bombas nos asuste", explica.

Sobre los refugiados internos ha señalado que viven en una situación "muy precaria" porque nunca saben cuánto tiempo van a poder estar allí. "Muchos tienen terror a volver a sus casas. Las diferentes organizaciones de ayuda de la Iglesia se están moviendo mucho para buscar fondos, intentar dar un poco de dignidad a esas personas, alquilar casas", apunta.

Concretamente, ha precisado que la situación es muy difícil para los niños y jóvenes ya que tienen que estar prácticamente encerrados a 38 o 40 grados, sin ventiladores muchas veces. "Psicológicamente es una carga enorme", ha remarcado.

Para este sacerdote, lo más importante y difícil a la vez es "no perder la sonrisa" entre el miedo de la gente. "Todos queremos que esto termine. A veces uno siente tanto cansancio, pero no pierdo la fe. Tenemos un papel muy importante", insiste, al tiempo que apunta que en la homilía del domingo intentó que acudían con un peso grande, salieran más aliviados. "Es importante recordar a la gente que no somos solo materia, el espíritu es más que todo eso", subraya.