MADRID 28 Jul. (EUROPA PRESS) -
Uganda se ha visto obligada a desplegar sus fuerzas de seguridad en varios distritos en la zona occidental del país después de los ataques xenófobos contra los refugiados ruandeses con el objetivo de expulsarlos del país, según indicaron líderes locales.
De acuerdo con el director de la comunidad ruandesa en la ciudad de Masaka, Haruna Numba, los refugiados ruandeses nómadas son especialmente vulnerables. "Vivimos con miedo, nuestras granjas han sido destruidas, han matado al ganado y nuestras casas quemadas. Nos quieren echar de Uganda", declaró Numba a la agencia de noticias humanitarias de la ONU, IRIN.
Las cifras publicadas por la Policía muestran que al menos 70 ruandeses han sido acuchillados hasta la muerte desde abril en los distritos de Masaka, Lyantonde y Rakai, donde la mayor parte de refugiados ruandeses se asentaron después del genocidio que vivieron en su país en 1994.
Numba dijo que los atacantes tienen como objetivo a los ruandeses a quienes acusan de permanecer ilegalmente en el país. La portavoz policial en la región occidental, Ploy Namayi, culpa de los ataques a "delincuentes comunes" que intentan meter miedo a los residentes.
"Hemos hecho diferentes arrestos, y nuestras investigaciones preliminares revelan que estas personas son ladrones comunes que intentan meter miedo a las personas", afirmó. De acuerdo con la Policía, las muertes tienen un patrón similar, con heridas de machetes y cuchillos en todos los cuerpos, y ninguno con heridas de bala.
Hay más de 17.000 refugiados en Uganda, de acuerdo con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en diferentes asentamientos. Al menos 3.000 viven entre los ugandeses fuera de los campamentos de refugiados.
De acuerdo con el inspector general de Policía de Uganda, Kale Kayihura, los cabecillas de las bandas han sido arrestados y los ataques disminuyeron la semana pasada. La Policía también ha facilitado el establecimiento de grupos de jóvenes para vigilar en los distritos afectados.
Desde 2005, ACNUR ha estado animando a los refugiados ruandeses para que volvieran a su país de manera voluntaria después de la mejora de la situación, pero aún permanecen 17.000 en Uganda. Uno de los líderes del asentamiento de Nakivale, Simon Mutachuka, que dirige el campamento que cuenta con el mayor número de refugiados ruandeses, indicó que sólo cinco han acordado ser repatriados a lo largo de 2008.
Las razones por las que los refugiados no quieren volver a sus hogares van desde el registro de sus antecedentes penales, temor por ser perseguido por crímenes relacionados con el genocidio ruandés y la presión de la sociedad en sus lugares natales, según los responsables de los campamentos.