El "reto diario" de dar clase a domicilio, en el hospital o 'entre rejas'

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EUROPA PRESS
Actualizado: domingo, 24 diciembre 2017 11:34

   Docentes que imparten fuera de centros educativos sitúan la parte académica en segundo plano frente a la perspectiva "emocional" o de convivencia

   SANTIAGO DE COMPOSTELA, 24 Dic. (EUROPA PRESS) -

   Conjugar la prioridad del cuidado emocional o "enseñar a convivir" con el desarrollo académico de niños o adultos, en formación libre o pautada. Es el "reto diario" de unos 70 profesores que en Galicia comparten, ya sea a domicilio, en el hospital o 'entre rejas', la experiencia de dar clase fuera de un centro educativo.

   Aunque cada escenario conlleva metas específicas y no se prepara igual una clase para un niño en quimioterapia en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo que se intenta "formar" para que no vuelva a delinquir a un preso de A Lama, los docentes 'sin colegio' sí que coinciden en un extremo: "la parte estrictamente académica es secundaria".

   Luego llegan los matices. El colectivo más numeroso de profesores que desempeñan su labor fuera de un centro educativo en Galicia es el de las cárceles. Este curso son 51 los docentes destinados a los centros de educación para adultos de las cinco prisiones gallegas.

   Los datos facilitados por la Consellería de Educación constatan que, en diciembre de 2017, cursan estudios en estos centros un total de 873 alumnos, aunque la movilidad de los reclusos hace bailar las cifras. En el curso 2016-2017 el número de matriculados ascendió a 1.422.

   La oferta es amplia, reglada y no reglada. Por ejemplo, se imparten enseñanzas básicas iniciales, de ESO para adultos, y Bachillerato (en los centros de A Lama y Teixeiro). Además, en Bonxe hay el ciclo de grado medio de FP en madera y mueble. Sobre el grado de promoción y teniendo en cuenta la movilidad, el curso pasado alcanzaron una evaluación positiva 333 alumnos.

"FORMAR PERSONAS", NO "DELINCUENTES CON TÍTULO"

   Juan Carlos Vilar dirige el centro docente de A Lama y tiene muchos años de experiencia a sus espaldas. "La principal diferencia es que en otros centros la prioridad es tener un título y aquí no; los alumnos no están presos por no haber tenido un título", ha explicado a Europa Press, antes de recalcar que trabaja con personas que han tenido "una vida muy dura".

   "Son personas que han aprendido a sobrevivir, que vienen de ambientes sociales marginales, de familias desestructuradas e incluso de países en conflicto; ahora tenemos que enseñarles a convivir, no darles un título. Si no, únicamente tendríamos delincuentes con títulos y se trata de que no vuelvan a delinquir, de formar personas", ha reflexionado.

   Satisfecho con su trabajo, desmiente un prejuicio con el que, admite, suele encontrarse a menudo cuando fuera de la cárcel le preguntan por su actividad: el "principal problema" no es la agresividad. De hecho, cree que en las aulas 'entre rejas' hay menos incidentes que "en los centros de la calle, sobre todo si se habla de barrios conflictivos".

   Las dificultades a las que alude son la movilidad de los reclusos, las consecuencias de las drogas y los problemas mentales. Y ve clave el papel de la enseñanza en la cárcel desde una perspectiva psicológica. Él, por ejemplo, trabaja con los presos de aislamiento, que pasan "21 o 22 horas al día encerrados en celdas individuales".

   "Ahí es más importante humanizar que dar clase en sí", ha constatado, antes de incidir en un mensaje que siempre traslada a sus nuevos compañeros: "nosotros no somos jueces para castigar más a nadie". Todo ello sin caer "en el síndrome de Estocolmo" ni olvidar "con quién estás trabajando".

   La felicidad para Vilar llega cuando se encuentra con un exalumno que ha conseguido rehacer su vida, pero también reconoce que frustra ver que muchas veces no se logra la reinserción. "La ventaja en un colegio es que ves cómo los niños aprueban y evolucionan. Aquí te quedas con la duda", ha zanjado.

ATENCIÓN A DOMICILIO: UNA OPCIÓN QUE LOS PADRES DEBEN CONOCER

   En torno a otra veintena de profesores se reparten entre la atención educativa domiciliaria para los niños cuya salud no les permite asistir regularmente al colegio y también la atención domiciliaria, dos opciones que los padres deben conocer y que aportan "tranquilidad y normalidad" a veces en condiciones "muy difíciles" para las familias.

   La atención a domicilio se rige por un protocolo de la Xunta que fija en diez días el plazo máximo entre la recepción de una solicitud y la resolución de los casos. Según informa Educación, es la familia la que debe presentar en su centro escolar la solicitud con el preceptivo informe médico.

   A partir de ahí, el profesorado tutor elaborará un informe sobre el alumno que, junto con la petición de la familia y el informe médico, deberá remitirse a la jefatura territorial de Educacion correspondiente, que es el órgano encargado de resolver. En la resolución, se hará constar la asignación horaria y la duración de la atención.

   Mientras recibe enseñanza en su casa, el profesor deberá estar acompañado por un miembro de la familia. Y "responder a las necesidades de las familias" es, precisamente, una de las principales demandas de Elena Gómez, una profesora recién jubilada, pero que ha trabajado muchos años en atención educativa domiciliaria en la zona de A Coruña. Ve a los docentes que desempeñan esta tarea como "mediadores" para que el niño no pierda el contacto con su centro.

   "Atender las necesidades reales", remarca, partidaria de que, si hay que priorizar, se invierta más en personal y se haga una selección adecuada. Para atender a menores, a veces en situaciones muy difíciles, en su casa, ve "imprescindible" tener vocación. "Pero si su centro educativo y la familia ayudan, no se pierden nada académicamente y salen adelante", afirma.

LA PARTE ACADÉMICA "NORMALIZA"

   Al margen de las clases en casa, los alumnos en régimen hospitalario también mantienen su escolarización para efectos de evaluación y promoción en los centros de origen, por lo que la "coordinación", sobre todo en los casos de larga y media hospitalización, entre las aulas y los colegios será continua.

   Aunque su plaza está en un colegio, Mar Nieto enseña ahora en el aula del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y, a diferencia de Juan Carlos Vilar o Elena Gómez, acaba de aterrizar hace poco más de tres meses en un desempeño al que se accede en comisión de servicios. Llega "con un traje hecho" de la enseñanza tradicional y, ahora, "con las mismas telas", debe coser otro distinto.

   Trabaja con niños en tratamiento oncológico y tiene clara "la prioridad de la parte emocional", pero ha trasladado a Europa Press que también hay "demanda de lo académico" porque contribuye a "normalizar" tanto para los menores como para las familias. "Si estudia lengua o matemáticas, la percepción es que está bien", ejemplifica.

   Pensar en dar una clase como en un colegio convencional "es imposible", ya que la respuesta depende, muchas veces, del estado anímico o de los efectos del tratamiento. Cree, además, que falta "una formación específica" para afrontar una labor que para ella resulta, sin duda, "enriquecedora".

"SACARSE EL SOMBRERO" ANTE LOS PROFESORES DE COLEGIOS

   En Galicia, otros 13 profesores viven otras realidades distintas a la enseñanza tradicional. Seis de ellos, en el marco de la colaboración de Educación con la ONCE para prestar atención especializada a 352 alumnos con discapacidad visual en centros educativos de toda Galicia.

   La Consellería también coopera con la Fundación ECCA, con seis docentes para un programa formativo que, a través de las emisiones radiofónicas de clases, ayuda a obtener el título de ESO a adultos. Asimismo, un profesor enseña a quienes se recuperan en las instalaciones de Proxecto Home.

   Pero tener una tarea que exige una atención más personalizada no impide un reconocimiento de los docentes 'sin colegio' a sus compañeros que enseñan "a clases de 25 niños" en centros convencionales. Lo verbaliza Mar Nieto: "Su trabajo es de sacarnos el sombrero, admirable".