El colapso económico en Idlib coloca a sus médicos en el punto de mira de los secuestradores

Médicos en Idlib
REUTERS / STRINGER .
Publicado: domingo, 23 diciembre 2018 9:50

La creación de la zona de seguridad en la región siria ha provocado un vacío en el que no entra ayuda ni dinero

ESTAMBUL, 23 Dic. (Reuters/EP) -

La aparición de la zona de seguridad en la gobernación siria de Idlib ha ido acompañada de un vacío económico; una restricción total de la entrada de dinero tanto para milicianos como para las fuerzas del orden público. Uno de los efectos más inmediatos: los médicos locales, de los pocos empleados con cierto nivel económico, son ahora mismo el objetivo principal de secuestros por motivos económicos, y están absolutamente desprotegidos.

El doctor Jalil Agha se encontraba trabajando en un hospital cuando varios pistoleros enmascarados abrieron la puerta de su despacho de una patada, le enseñaron un documento donde se le avisaba que estaba bajo orden de un grupo islamista, le sacaron a rastras y le metieron en su coche, maniatado y con una venda en los ojos. Después pidieron por él un rescate de 100.000 dólares.

"No vi la luz del día hasta que me liberaron siete días después", recuerda. Sus captores eran gente del grupo islamista Tahrir al Sham, una alianza yihadista encabezada por el antiguo Frente Nusra, antigua filial de Al Qaeda. Le acusaron de colaborar con Turquía y con ONG extranjeras. Su mujer, a quien pidieron el rescate, tuvo que vender el coche, sus joyas y pedir dinero a todos sus allegados.

El cirujano fue uno de los diez médicos secuestrados durante este año en una región donde apenas se tiene constancia de ataques contra personal sanitario desde los primeros cinco años de la guerra hasta finales de 2016, cuando comenzó su lento descenso hacia la anarquía absoluta. "Ponen 'bombas lapa' en nuestros coches, nos roban, nos detienen e intentan matarnos", explica el jefe del Departamento de Salud de Idlib, Munther Jalil.

TURBULENCIAS EN EL NOROESTE

La situación en Idlib, el último bastión de la oposición al presidente Bashar al Assad, acabó empeorando con la llegada de decenas de miles de combatientes y civiles de los enclaves rebeldes. "Unos grupos llegaron, otros se extinguieron... pero en general se puede decir que la cantidad de facciones ha acabado aumentando, y sus luchas internas también", ha explicado Agha.

"Fue un caos. Comenzaron a operar por su cuenta y riesgo, sin tener en cuenta a nadie, siguiendo sus propios objetivos, religiosos o políticos. Da igual. El caso que es que no había nadie al mando de nada", lamenta.

Después llegó la decisión de EEUU de suspender la financiación en la zona, que tomó el año pasado, quizás a sabiendas, quizás no, de que estaba "cerrando el grifo" a grupos armados que dependían de este dinero para subsistir y que ahora están obligados a secuestrar gente para pagar armas, munición y fuerzas de a pie.

Y finalmente, a principios de este año, Reino Unido siguió el camino marcado por Washington y restringieron los pagos a la Policía Siria Libre, las autoproclamadas como independientes fuerzas del orden público en Idlib, que contaban precisamente con el respaldo de Estados Unidos, Reino Unido, Dinamarca, Países Bajos, Canadá y Alemania.

Desde que terminó la financiación, algunos policías han tomado las armas, pero no pueden defender a los civiles y médicos contra los secuestros. "No tenemos una varita mágica", lamenta el coronel Maher Ghrebeh. El recorte, explica, ha obligado a los policías a buscar otros trabajos para llegar a fin de mes.

"Los policías se ven obligados a dejar el trabajo e ir a trabajar en sus olivares, cosechar papas, trabajar como jornaleros o panaderos", añade el general Fouad al Sweid, jefe de la Policía Libre de Idlib.

"NI GUERRA NI PAZ"

Durante este verano, los médicos en Idlib realizaron una huelga de tres días para protestar contra los secuestros y la inseguridad generalizada. Algunos médicos han comenzado a llevar consigo armas de pequeño calibre para protegerse. Otros se lo han pensado, pero creen que eso no les servirá de nada.

"¿Qué hago yo con una pistola contra siete hombres armados?", lamenta un farmacéutico bajo condición de anonimato, secuestrado mientras hacía sus rondas en Idlib cuando siete hombres le encañonaron, le vendaron los ojos y procedieron a secuestrarle durante cinco días. Su mujer tuvo que abonar 18.000 dólares. El grupo pedía 150.000, pero acabó aceptando.

"Deseamos bombardeos y choques, porque la gente se distrae", declara Agha con una risa débil. "La situación en la que estamos, ni la guerra ni la paz, es un desastre".

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