Conflicto de Yemen: ¿hacia una guerra sectaria?

Milicias tribales de la provincia yemení de Hadramut
STR NEW / REUTERS
Actualizado: lunes, 13 abril 2015 16:28

ADÉN/DUBÁI, 13 Abr. (Reuters/EP) -

La continuación de los combates en Yemen, intensificados desde hace tres semanas, podría empujar hacia una guerra sectaria a un país en el que los suníes y los chiíes han rezado en las mismas mezquitas durante siglos.

La mayoría de los combatientes niegan estar motivados por la religión. Los rebeldes huthis, chiíes aliados de Irán, dicen estar liderando una revolución justa. Arabia Saudí, de mayoría suní, sostiene que bombardea a los huthis para proteger el Estado yemení. Los milicianos del sur arguyen la defensa de su patria.

No obstante, hay signos de que el odio sectario que ha envuelto Oriento Próximo desde las revueltas de la Primavera Árabe en 2011 se está adentrando en la guerra de Yemen, alimentado por una rivalidad entre las potencias saudí e iraní.

Los conflictos y las luchas de poder no son una novedad en el país, una de las sociedades más armadas del mundo, pero la tendencia sectaria se ha visto reflejada en un vídeo que ha circulado entre los usuarios yemeníes de Facebook. En él, se ve a un adolescente sentado con los ojos vendados, implorando a sus captores que sólo tiene 13 años.

Fue detenido por milicianos mientras luchaba con los huthis en Adén, en el sur del país. "¿Por qué has venido?", grita un hombre suní armado. "Estamos aquí para defender nuestra religión a través de la Yihad contra los apóstatas y los huthis... ¡No sois personas, sois animales!", espeta.

Tras casi tres semanas de ataques aéreos por parte de Arabia Saudí y sus vecinos suníes del Golfo, que ven a los huthis como títeres de Irán, Yemen corre el riesgo de dividirse en grupos religiosos. "Ese escenario es probable si la guerra continúa. Si siguen muriendo hombres jóvenes, se invaden ciudades y se bombardean casas, el atractivo de los grupos religiosos extremistas sólo puede crecer", ha valorado un profesor de historia de la Universidad de Adén, Mahmoud al Salmi.

Los huthis llevan más de una década luchando contra lo que consideran marginación por parte del Estado. Pero las milicias ahora también están motivadas por el deseo de expulsar de Yemen a los suníes radicales de Al Qaeda. A medida que el caos se extiende, aumenta el peligro de que todas las partes exploten sus creencias religiosas a la vez que cumplen antiguos objetivos.

El sur, antiguamente independiente y socialista, lleva tiempo sintiéndose agraviado por el norte, no por ser la tierra de la secta zaidí del islam chií, sino porque los habitantes del sur se ven excluidos de la política y de los recursos petroleros que benefician a los del norte.

"Hay un fuerte sentimiento de opresión y humillación por una invasión de los del norte", ha explicado Al Salmi. "Pero al no haber liderazgo ni ejército, a los grupos armados les falta disciplina y esta ira podría volverse sectaria", ha proseguido.

AL QAEDA, CONTRA LOS HUTHIS

Los ataques mortales se han incrementado durante meses desde que los combatientes huthis salieron de su reducto tradicional en las zonas montañosas del norte y expandieron sus dominios. Al Qaeda, que se especializó en bombardear a los chiíes en Irak para instigar un conflicto sectario, ha puesto su punto de mira en los huthis.

El pasado agosto, hombres armados de Al Qaeda se embarcaron en un autobús en el este de Yemen y dispararon y apuñalaron hasta la muerte a 14 soldados fuera de servicio por ser "apóstatas huthis". En el ataque religioso más mortífero, reivindicado por Estado Islámico, hombres bomba suníes se inmolaron en dos mezquitas huthis en la capital, Saná, el pasado 20 de marzo, matando a 137 fieles.

Los huthis lanzaron una ofensiva relámpago hacia Adén, dirigida según ellos, no solo contra el presidente, Abdo Rabbu Mansur Hadi, apoyado por Arabia Saudí, sino contra los milicianos suníes que creen que son sus aliados. "El mayor componente de las milicias pro-Hadi es Al Qaeda", ha explicado un miembro del comité político huthi, Abdel Malik al Ijri.

El grupo niega recibir apoyo militar de Irán, y dice luchar en nombre de todos los yemeníes en una guerra que es más una lucha por el futuro del país que una pelea entre sectas. Al Ijri describe el conflicto de Yemen como exclusivamente político, pero reconoce que algunas partes podrían explotar el elemento sectario para sus intereses.

"MÁS PELIGROSOS DE LO QUE PENSÁIS"

Muchos habitantes del sur llevan mucho tiempo buscando la secesión del norte, y la arremetida huthi podría ser su oportunidad. Los ciudadanos se han armado para defender un enmarañado frente desplegado a lo largo de cientos de kilómetros de las costas, montañas y desiertos de la zona meridional. Las llamadas a la unidad por la causa del sur están empezando a incluir alusiones religiosas.

Un grupo autodenominado "Resistencia del Sur" mostró esa situación la semana pasada. "Los hijos del sur tienen el deber de unir sus filas para vencer esta agresión apóstata malintencionada", manifestaba en una declaración, y añadía: "Apóstatas huthis, las cosas son más peligrosas de lo que pensáis y más serias de lo que creéis. Vuestra ocupación del sur ha abierto una puerta que nunca podréis cerrar".

Al Qaeda está operando en su terreno, un país árabe inestable con un Estado débil y sensibilidades sectarias crecientes. La semana pasada aprovechó el conflicto y las divisiones en el Ejército yemení para tomar el puerto de Mukalla, en el mar Arábigo, para luego ser repelido por milicianos tribales.

El grupo ha combatido durante cuatro semanas junto a miembros de tribus suníes contra los huthis, enemigo común. Enardecer a los suníes contra los huthis chiíes podría hacerse más fácil si la compleja guerra continuara.

Disputas de hace décadas sobre la tierra, el poder y los recursos se están mezclando ahora con las tensiones sectarias para crear una mezcla explosiva. "Son un grupo sectario del norte, ayudado por Irán, que quiere ocupar nuestras tierras, y por eso estamos luchando contra ellos", cuenta Jamal al Awlaqi, combatiente tribal en la provincia de Shabwa. "No vamos a aceptar que ningún extraño nos gobierne", sentencia.

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