Trigo en Siria
REUTERS / OMAR SANADIKI
   
Actualizado: viernes, 30 junio 2017 14:30

Las estimaciones locales cifran la cosecha en un millón de toneladas, la mitad de lo que informa el Gobierno

DJADE AL MUGHARA (SIRIA), 30 Jun. (Reuters/EP) -

Las autoridades locales sirias han advertido de que Estado Islámico ha causado tanto daño a la cosecha de trigo de este año que la producción no solo será la mitad de lo que estima el Gobierno, sino que apenas dará para alimentar a la población cuando llegue el invierno.

Así se ha pronunciado el Consejo Local de Raqqa, el organismo que espera tomar el control del que ahora mismo es el bastión sirio de Estado Islámico, cuando terminen las operaciones para su liberación. Fuentes oficiales del Gobierno han confirmado estas estimaciones bajo el anonimato.

La devastación se ha concentrado en el corazón agrícola del norte de Siria, bajo control de Estado Islámico desde 2014, en particular tras la toma de Raqqa, que ha convertido en la capital 'de facto' de su califato. La invasión acabó obligando al éxodo a cientos de agricultores, por lo que hace tras años que no recogen todas las cosechas de la zona.

Conforme la organización yihadista ha ido perdiendo terreno, sus integrantes se han encargado de arrasar tanto los campos como la maquinaria de recogida, en particular del trigo.

Así, mientras el Gobierno sirio pronostica que la cosecha de este cereal alcanzará los dos millones de toneladas para este año, el consejo de Raqqa avisa de que la cifra real apenas llegará a la mitad. "La producción es débil. No vamos a llegar a los dos millones de toneladas. Estimamos que rondará cerca del millón para este año", según el oficial del Consejo de Raqqa, Omar Aloush.

La fuente anónima del Gobierno sirio que ha confirmado las estimaciones del consejo local han apuntado que no habrá cifras oficiales hasta dentro de tres semanas, "cuando la temporada de compra alcance su apogeo", pero dan por seguro que "va a quedar muy por debajo de los dos millones de toneladas".

IMPACTO BÉLICO

Este trigo es imprescindible para alimentar a un grupo en particular: los simpatizantes del presidente de Siria, Bashar al Assad, que han registrado en los últimos meses importantes avances contra Estado Islámico.

Solo en estas zonas recuperadas los simpatizantes del Gobierno necesitan entre un millón y millón y medio de toneladas para alimentarse, tanto ellos como la población de estos lugares. De lo contrario, se enfrentan a un posible levantamiento social.

Para hacerse una idea de la gravedad de la situación, Siria era capaz de producir hasta cuatro millones de toneladas de trigo en un buen año, de las cuales exportaba millón y medio. El año pasado se registró la peor cosecha de los últimos 27 años. La cantidad apenas rebasó los 1,3 millones de toneladas, agravada por la escasez de lluvias.

A LA ESPERA DE RUSIA

Las autoridades esperan ahora que fructifique el arriesgado acuerdo firmado el pasado mes de octubre entre la compradora estatal de trigo de Siria, la llamada Estructura General para el Comercio y Procesamiento de Cereales (Hoboob) con una semidesconocida firma rusa para alimentar las zonas reconquistadas.

Sin embargo, hasta el momento no han recibido nada del trigo negociado y los gestores del acuerdo han reconocido que la entrega corre serio peligro.

Así las cosas, agricultores como Hamada Musa han perdido toda esperanza de recuperar sus negocios y se sienten afortunados de sobrevivir a la invasión yihadista de hace tres años. "Mi hijo y yo nos libramos por los pelos de que nos decapitaran. No me queda nada. Estado Islámico me robó todos los suministros del almacén. No me quedan tractores, ni una bomba de agua".

Otro agricultor, Falus Mussa, ha confirmado que Estado Islámico ha arrasado con todo el material que guardaba en la localidad de Djade al Mugara. "Y no tenemos ni un solo grano de arroz que llevarnos a la boca. Se han llevado hasta los zapatos", ha lamentado. No hay electricidad, no hay canales de irrigación y no quedan puentes que conecten las localidades.

En este sentido, las consecuencias de la devastación se perciben en los silos de Hasaka, los más grandes del país, mejor que en ninguna parte, porque están completamente vacíos.

Ahora, los suministros se reducen a las 12.000 toneladas mensuales que llegan desde la ciudad de Qamishli a la planta donde se produce una nimia cantidad de pan. "Estamos sin empleo", ha lamentado uno de los responsables del silo, Hajar Omar, antes de avisar que ya no quedan reservas estratégicas de trigo, ahora en manos de Estado Islámico y de otros grupos armados, que consiguen pingües beneficios vendiendo el cereal a precios mínimos a los comerciantes en la frontera con Turquía.

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