MADRID, 3 Dic. (EDIZIONES) -
La guerra de Siria ha provocado que no haya apenas sitios seguros para que los niños jueguen o aprendan. La zona rural de Deraa se ha convertido en un refugio para desplazados de áreas aledañas y se han levantado escuelas improvisadas que acogen cada día a unos 80 menores.
Agrupados por edad o nivel, estos niños reciben clases de antiguos profesores que también han tenido que abandonar sus hogares. Bajo tierra, en aulas improvisadas en cuevas, reciben formación de árabe, inglés o matemáticas ayudados por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).










