El primer ministro británico, David Cameron, a su llegada al Consejo Europeo
DYLAN MARTINEZ / REUTERS
Actualizado: domingo, 6 marzo 2016 9:41


BRUSELAS, 6 Mar. (Reuters/EP) -

Si los británicos decidieran el próximo 23 de junio abandonar la Unión Europea, el primer ministro británico, David Cameron, podría comenzar los "trámites de separación" el día siguiente. Lo que sigue a continuación plantea un escenario especulativo que comenzaría con la declaración pública del "No" a partir de las 22.00 horas de ese día, a sabiendas de que esta decisión sería totalmente definitiva.

"Si Reino Unido vota 'No', se acabó. Nos divorciamos", sentenció un alto responsable de la UE bajo condición de anonimato. Se activaría el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, por el que un Estado anuncia la retirada del grupo e impone un límite de dos años para negociar los términos de su abandono.

A mediados de 2018, Reino Unido quedará fuera de la UE, haya cerrado o no aspectos como los términos comerciales o el estatus de sus residentes extranjeros. Solo una decisión de emergencia de los estados restantes podría prolongar artificialmente su estancia en el bloque europeo.

Pero estos dos años casi palidecen en comparación con el horizonte temporal que plantea Cameron, quien ha estimado que las nuevas relaciones entre la Unión Europea y Reino Unido no acabarán definidas completamente hasta dentro de una década (algo con lo que no coinciden los funcionarios europeos). Sin embargo, un aspecto está claro: una vez Reino Unido informe de su salida, quedará excluido de las conversaciones internas de la Unión Europea en este sentido.

LAS PRIMERAS HORAS

El proceso comenzaría el 23 de junio, en mitad de la cumbre veraniega de la Unión Europea. Todo apunta a que Cameron se quedará ese día en Londres a la espera de los resultados y viajará para el segundo día de la reunión, en cumplimiento de la promesa dada a sus hasta entonces socios europeos para informarles en persona y de manera inmediata sobre la declaración del plebiscito.

En caso de un triunfo del 'No', Reino Unido deberá elegir a una especie de intermediario en el seno de la UE que trasladará sus mensajes a los jefes de Estado y de Gobierno del Consejo Europeo. La identidad de este país mediador podía quedar clara durante el primer día de la cumbre, del que se ausentará Cameron, quien podría delegar en Irlanda o Países Bajos.

RECUERDOS DE GROENLANDIA

Sea como fuere el "divorcio" va a suponer un interminable dolor de cabeza para la Unión Europea, que todavía recuerda el caso de la salida de Groenlandia como miembro compartido con Dinamarca de la Comunidad Económica Europea; un proceso tan complejo que necesitó de la aprobación del Tratado de Lisboa para su aclaración.

"Cualquier Estado miembro puede decidir su retirada de la Unión", según el artículo 50. Cualquier acuerdo derivado del mismo depende de un acuerdo de una mayoría cualificada entre los estados miembros restantes en el Parlamento Europeo. Prácticamente ningún alto funcionario europeo cree que las negociaciones se prolonguen más allá de los dos años inicialmente estipulados.

Muchos euroescépticos plantean que no habría problema alguno en que Reino Unido cortara de manera fulminante con la UE y que simplemente bastaría con emplear acuerdos internacionales como marco de referencia para regular las relaciones entre Londres y el bloque europeo. Dan por sentado que los estados de la UE querrían mantener su régimen actual de exportaciones al mercado británico.

En el peor de los casos siempre están los modelos noruego y suizo, aunque ello implicaría que Reino Unido perdería cierta independencia a cambio de garantizar su entrada en los mercados de la UE.

Dado que la legislación británica actual bebe en parte de la europa, hay temores de ciertos vacíos legales una vez se declare la separación. No obstante, los euroescépticos consideran que las modificaciones pertinentes no tardarían demasiado, más que nada por la necesidad acuciante que plantean.

Sin embargo, los partidarios de la permanencia en la Unión Europea no se las ven tan felices y están convencidos de que Bruselas impondría a Londres condiciones draconianas por dos motivos: para conseguir ventajas económicas de un país que, hay que recordar, ya no es socio europeo, y después para desanimar a cualquier otro Estado que intente repetir la jugada.

Y, para rematar, toda esta negociación comenzará en un momento en que gran parte de los líderes europeos estarán involucrados en sus propias elecciones de primavera y otoño del año que viene. Sea como fuere, e independientemente de la rapidez con la que Reino Unido se desvinculara de la Unión Europea, el momento es especialmente poco oportuno.

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