Actualizado: viernes, 11 diciembre 2015 20:18

BOGOTÁ, 11 Dic. (Reuters/EP) -

Más de 800.000 inmigrantes centroamericanos, entre ellos niños, han sido deportados en los últimos cuatro años desde Estados Unidos y México a sus países de origen, donde se enfrentan a la "violencia de las pandillas" y "la falta de servicios estatales para ayudar a reintegrarlos en la sociedad", según se señala en un Informe del Instituto de Política Migratoria, con sede en Washington.

"Ellos (los inmigrantes) y sus familias pueden quedar agobiados por las deudas tras haber pagado entre 4.000 y 7.000 dólares a contrabandistas", han señalado los investigadores del estudio, dado que tienen "pocas habilidades" que les ayuden a encontrar un empleo. "Muchos son devueltos a barrios inseguros y escuelas controladas por las pandillas de las que trataron de huir en primera instancia", han añadido.

La pobreza, la carencia de empleo y la desenfrenada violencia de las pandillas lleva a la gente de los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica --una región compuesta por El Salvador, Honduras y Guatemala y con las mayores tasas de homicidios del mundo-- a buscar empleos y refugio en Estados Unidos o en otros países de América Latina.

A pesar de que las autoridades estadounidenses y mexicanas están reforzando la seguridad y los controles policiales a lo largo de su porosa frontera común, crece el número de inmigrantes que son enviados de vuelta a sus países de origen.

Entre 2010 y 2014, estos dos países deportaron a más de 800.000 personas de los países del Triángulo del Norte, según cifras aportadas en el informe, de los cuales --solo en el último año-- 7.800 eran niños no acompañados.

"La mayoría de los niños centroamericanos que llegan a sus países de origen son deportados por México, que ha intensificado las patrullas fronterizas", han señalado los investigadores. De hecho, las deportaciones mexicanas de menores no acompañados a los países del Triángulo del Norte se han triplicado desde 2010, año en el que se registraron 2.400 devoluciones.

El problema es que una parte significativa de las personas que regresan no tienen más remedio que volver a intentar llegar a Estados Unidos, ha señalado el informe. En octubre, Naciones Unidas describió la realidad de los centroamericanos como una "situación de refugiados", donde las personas buscan protección frente a una situación de violencia provocada por las pandillas.

"Muchos deportados llegan a su país de origen sólo para encontrarse en peores circunstancias que antes de salir", han afirmado los investigadores.

FALTA DE PROTECCIÓN TRAS LA DEVOLUCIÓN

Las autoridades de El Salvador, Guatemala y Honduras han aumentado el número de instalaciones que reciben a inmigrantes deportados, a los que proporcionan algunos artículos básicos --como agua, productos de higiene, un teléfono para realizar llamadas gratuitas y, a veces, un billete de autobús para volver a casa.

Sin embargo, en Guatemala no existen centros de acogida para personas que han sido deportadas por tierra, generalmente desde México en autobús, y los programas de reinserción que ofrecen empleos y capacitación técnica alcanzan sólo a una fracción de los deportados, han criticado en el informe.

"Sin un apoyo financiero sustancial de los donantes internacionales, las oportunidades para llegar a más deportados y proporcionarles alternativas para evitar un retorno son escasas", han concluido los investigadores.

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