BAGDAD, 26 Abr. (Reuters/EP) -
Decenas de miles de manifestantes se han echado a las calles en el centro de Bagdad este martes para reclamar la celebración de una votación en el Parlamento para aprobar el nuevo gobierno del país con vistas a combatir la corrupción, en medio de las divisiones entre parlamentarios que mantienen bloqueado al Ejecutivo.
La mayoría de los manifestantes a las puertas de la fortificada Zona Verde, donde se encuentran el Parlamento y las embajadas, son partidarios del clérigo chií Moqtada al Sadr, que ha presionado al primer ministro, Haider al Abadi, para que siga adelante con sus propuestas de reforma.
La concentración eminentemente pacífica es la mayor en la capital en semanas y los manifestantes han llenado la principal arteria de unos 2 kilómetros desde la plaza Tahrir a la Zona Verde, según un cámara de Reuters.
No está claro si la sesión del Parlamento convocada por el presidente, Salim al Jaburi, se va a celebrar. Unos 100 diputados que han estado manteniendo una sentada desde hace casi dos semanas y quieren expulsar a Al Jaburi están tratando de bloquear el encuentro.
Pero el bloque de Al Sadr y la alianza kurda, que anteriormente participaron en la sentada, han sugería que asistirán a la sesión, incluso si tiene que celebrarse en una sala distinta a la que están bloqueando los parlamentarios que participan en la protesta.
"Estamos aquí hoy en el Parlamento para asistir a la sesión cuyo objetivo principal es la remodelación del gobierno", ha explicado Dhiaa al Asadi, que encabeza el bloque Al Sadr en el Parlamento. "Salim al Jaburi ha convocado esta sesión y la presidirá. Nosotros asistiremos", ha añadido.
Los parlamentarios que protestan argumentan que la sesión convocada por Al Jaburi sería inconstitucional. En una votación muy contestada este mes, votaron a favor de destituirle en el marco de las demandas de reforma de un sistema que concede los cargos en base a cuotas étnicas y sectarias, y habían amenazado con llevar la cuestión a los tribunales.
Al Abadi, que ha propuesto un nuevo gobierno de tecnócratas, ha advertido de que la crisis política podría afectar a la guerra contra el grupo terrorista Estado Islámico, que controla franjas de territorio en el norte y el oeste del país.
Las manifestaciones en las últimas semanas han obligado a retirar algunas fuerzas de las líneas de frente para garantizar la seguridad en la capital, según fuentes de seguridad.