Seguidores del presidente de Túnez, Kais Saied, durante una marcha en apoyo al mandatario convocada con motivo del 15º aniversario de la caída del régimen de Zine Abidine ben Alí en el marco de la 'Revolución de los Jazmines' - Europa Press/Contacto/Hasan Mrad
MADRID, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -
Miles de tunecinos han salido a las calles este miércoles como muestra de apoyo al actual mandatario, Kais Saied, objeto de críticas por la deriva autoritaria en el país africano, unas movilizaciones que coinciden con el 15º aniversario del inicio de la revolución que provocó la caída en enero de 2011 del entonces presidente, Zine el Abidine ben Alí, y prendió la mecha de la 'Primavera Árabe'.
El propio Saied ha realizado una breve aparición en la avenida Habib Burguiba de la capital, Túnez, poco antes del inicio de las manifestaciones, lugar en el que ha sido saludado por varias personas que portaban banderas tunecinas, un hecho continuado en esta misma zona por una marcha convocada para "preservar la soberanía" y rechazar la "injerencia extranjera".
La capital ha sido así escenario de estas muestras de apoyo a Saied, quien lleva meses siendo blanco de críticas a nivel interno e internacional por sus acciones a raíz de su llegada al poder en 2019, especialmente después de que dos años después decidiera arrogarse todas las competencias al disolver el Gobierno y el Parlamento.
Estas medidas se vieron acompañadas por un endurecimiento de la persecución contra opositores, activistas y periodistas, incluso en el marco de las leyes antiterroristas, lo que ha provocado acusaciones por limitar el espacio cívico a niveles vistos anteriormente durante el régimen de Ben Alí, cuya caída generó la esperanza de una transición a la democracia.
La salida del poder de Ben Alí, quien ascendió al poder en 1987 tras un golpe institucional contra el entonces mandatario, Habib Burguiba --quien en 1957 se convirtió en el primer presidente tras la independencia de Francia--, al declararle "incapacitado", llegó en medio de una oleada de protestas contra la corrupción, la crisis económica y la falta de libertades.
La protestas estallaron el 17 de diciembre de 2010 después de que Mohamed Buazizi, de 26 años, se inmolara a lo bonzo después de que la Policía incautara su puesto de venta ambulante y el acoso y la humillación que sufrió a manos de sus agentes. El joven murió a principios de enero, cerca de una semana antes de que el entonces presidente abandonara el poder y huyera al exilio en Arabia Saudí, donde murió en 2019.
El acto de desesperación de Buazizi fue el detonante de las protestas y fue interpretado como la muestra del hartazgo de la población ante las acciones de las autoridades, provocando la 'Revolución de los Jazmines', considerada un ejemplo a ser replicado por otros países del norte de África y Oriente Próximo, dando lugar a la 'Primavera Árabe', cuyas consecuencias siguen sacudiendo la región más de una década después.
La huida de Ben Alí, hasta entonces respaldado por Francia, abrió en el país africano un proceso de transición que, si bien en un inicio derivó en que fuera considerado como un ejemplo para la región, ha estado marcado desde entonces por altibajos y una catarata de gobiernos incapaces de estabilizar la situación económica y social, golpeada además por diversos atentados que dañaron al turismo y la pandemia de coronavirus, que tuvo un grave impacto sobre Túnez.
LA ELECCIÓN DE SAIED
De hecho, Saied --un jurista de tendencia conservadora-- aprovechó esta ola de descontento para hacerse con la victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de octubre de 2019, en las que obtuvo cerca del 73 por ciento de los votos después de una campaña marcada por encarcelamiento de su principal rival, Nabil Karui, por acusaciones de corrupción.
Saied dio unos primeros pasos para intentar distanciarse públicamente de otras figuras previas, incluida su negativa a vivir en el Palacio Presidencial de Cartago, y prometió medidas firmes para hacer frente a la corrupción y la crisis económica, esfuerzos dañados por la citada pandemia de COVID-19 y las disputas entre el Gobierno y el Parlamento, dominado por el partido islamista moderado Ennahda.
Las crecientes tensiones y las nuevas protestas contra las autoridades para exigir mejoras de los servicios básicos llevaron a Saied a dar un golpe de mano que incluyó la disolución del Gobierno y la suspensión del Parlamento --retirando la inmunidad a los legisladores--, una medida que se vio seguida meses después por su disolución definitiva.
La oposición, encabezada por Ennahda, denunció inmediatamente un autogolpe por parte del mandatario para consolidar su posición, si bien tanto él como sus seguidores han defendido sus acciones como un esfuerzo para estabilizar el país y han acusado a sus críticos de intentar actuar contra la seguridad de Túnez, lo que se ha visto seguido por decenas de procesos judiciales que han llevado a la cárcel a importantes figuras opositoras, abogados, periodistas y activistas.
El presidente obtuvo un segundo mandato en octubre de 2024, después de un referéndum constitucional marcado por la baja participación y en medio de un boicot opositor, al que se sumaron las críticas por la violación de la Constitución tras la eliminación de varios candidatos después de que el Tribunal Administrativo ordenara que sus nombres fueran incluidos en las papeletas.
Saied logró más del 90 por ciento de los votos, si bien la principal noticia estuvo en el nivel participación, por debajo del 30 por ciento, el más bajo desde la revolución y muestra del creciente desencanto de la población, que ha vuelto a alejarse de los asuntos políticos y administrativos tras el espaldarazo a las organizaciones sociales en los años posteriores a la salida del poder de Ben Alí.
AUMENTO DE LA REPRESIÓN
A pesar de las muestras de apoyo a Saied durante la jornada de este miércoles, el país lleva varias semanas siendo escenario de movilizaciones en su contra y en protesta contra las restricciones a las libertades políticas y públicas impuestas por su Gobierno y en defensa de los derechos y libertades civiles.
Las manifestaciones, convocadas por la Liga Tunecina de Derechos Humanos, la Asociación de Mujeres Demócratas y el Colegio de Abogados, además de otras organizaciones opositoras, tienen como objetivo hacer hincapié en la erosión de la situación en el país por las acciones de las autoridades, que rechazan estas críticas y hablan incluso de injerencias internacionales.
Los concentrados han aprovechado estas marchas para criticar las condenas contra decenas de opositores, entre los que destaca el líder de Ennahda, Rachid Ghanuchi, quien era presidente del Parlamento en el momento de su disolución por parte de Saied y quien ya fue una destacada figura opositora de Ben Alí durante su régimen entre 1987 y 2011.
Ghanuchi ha recibido varias condenas de cárcel por corrupción, financiación ilegal y "apología del terrorismo", unos cargos rechazados por él y su partido, que enmarca estos procesos en "una serie de juicios políticos contra todos los sectores del espectro político y la sociedad civil desde el golpe del 25 de julio de 2021", en referencia a las citadas acciones de Saied.
Asimismo, a principios de enero fue detenido el presidente de la coalición opositora Frente de Salvación Nacional (FSN), Ahmed Nayib Chebbi, de 81 años, después de que fuera condenado en apelación a doce años de prisión por conspiración contra la seguridad del Estado, un arresto condenado por numerosas organizaciones no gubernamentales internacionales, que han alertado de la deriva de Saied y han pedido a la comunidad internacional que le retire su apoyo.
En este contexto, Amnistía Internacional ha acusado a Túnez de usar "leyes represivas" y "cargos infundados" para detener de forma arbitraria y encarcelar a opositores, periodistas, sindicalistas y defensores de los Derechos Humanos, al tiempo que ha denunciado la "complicidad" de la UE en abusos de las autoridades tunecinas contra migrantes.