Muchas crisis y pocos fondos: las ONG obligadas a reducir su asistencia humanitaria

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Foto: REUTERS
    
Actualizado: sábado, 23 mayo 2015 8:34

Tratan de buscar otras vías de financiación pero creen que los gobiernos podrían hacer más

   MADRID, 23 May. (EDIZIONES) -

   Siria, Irak, Yemen, Ucrania, República Centroafricana, Sudán del Sur, Nigeria, Somalia, Afganistán... Todos estos países están sumidos en una guerra civil o un conflicto armado en la actualidad, lo que genera importantes movimientos de población tanto dentro de sus fronteras como a los países vecinos cuyas necesidades hay que atender.

   A esto se unen desastres como los recientes terremotos en Nepal o la epidemia de ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona y el actual brote de meningitis que está sufriendo en la actualidad Níger, que igualmente generan unas necesidades específicas entre las personas afectadas que hay que cubrir y que sus gobiernos no son capaces de satisfacer.

   Para ello, la ONU suele hacer llamamientos específicos solicitando fondos con los que atender a los millones de personas afectadas por conflictos, crisis y tragedias. Sin embargo, en muchos casos estas peticiones de fondos se queden sin cubrir en su totalidad, lo que obliga a suspender programas básicos de asistencia como el reparto de alimentos o campañas de vacunación entre otros.

   Pero ¿por qué los países donantes no responden a estos llamamientos? ¿Existe una falta de voluntad política o realmente los gobiernos no pueden hacer frente a tantos desembolsos como se les pide? ¿Qué se puede hacer para cubrir ese vacío de financiación?

   Hemos hablado con varias ONG para que nos expliquen cómo esta falta de fondos les está afectando en su trabajo, qué se puede hacer para suplirlos y si consideran que los gobiernos podrían hacer más de lo que están haciendo actualmente.

LOS GOBIERNOS PODRÍAN HACER MÁS

   Menna Abraha, responsable de incidencia política de Acción contra el Hambre  |  En un momento como el actual, en el que se superponen contemporáneamente grandes crisis humanas sin precedentes, la reducción de los fondos públicos para la acción humanitaria pone directamente en riesgo el número de personas a las que podemos atender.

   Se nos trata de empujar cada vez más a revisar nuestra estructura e implementar la ayuda con criterios de coste-eficiencia pero esto es peligrosísimo: en primer lugar porque socava los principios humanitarios que deben guiar la ayuda. También puede reducir la calidad de la misma y dejar desamparadas, por ejemplo, a las víctimas de lugares más aislados y remotos, donde la concentración de personas es menor pero las necesidades igualmente importantes.

   Acción contra el Hambre está tratando de diversificar al máximo posible la cartera de donantes públicos y de aumentar las aportaciones de fondos privados (ciudadanos y empresas) para mantener nuestra ayuda. Esto nos dará mayor independencia y permitirá despolitizar la ayuda humanitaria. Esto no siempre es fácil.

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   Los gobiernos, por supuesto, podrían hacer más: aumentar su compromiso financiero (solo los países escandinavos dedican un porcentaje representativo de su PIB a la ayuda), hacer efectivos los compromisos de financiación (en demasiadas conferencias de donantes hemos visto abrir chequeras de cara a la galería con importes que nunca han llegado a materializarse o implicarse en las primeras fases de la emergencia, bajo los focos mediáticos, y dejar descubiertas las fases posteriores), implicarse mucho más activamente en la búsqueda de soluciones políticas a grandes crisis humanas como la de Siria (en este sentido el Gobierno español debería hacer valer su flamante posición en el Consejo de Seguridad de la ONU) o acompañar con medidas políticas la acción humanitaria (con gestos como el reasentamiento equitativo de los refugiados).

   Ahora, más que nunca, acontecimientos como los naufragios del Mediterráneo o el ébola deben hacer abrir los ojos a nuestros gobiernos y llevarles a aceptar que cualquier crisis humana puede convertirse, más pronto que tarde, en una crisis global, necesitada de la solidaridad global.

LA POLÍTICA ECONÓMICA, UNA AMENAZA REAL PARA LA RESPUESTA HUMANITARIA

   David del Campo, director de Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria de Save the Children  |  Nunca antes la política económica había sido una amenaza tan real para respuesta humanitaria. Reducir el déficit está deshumanizando brutalmente las decisiones de los gobiernos dirigidas a aliviar sufrimiento, salvar vidas y garantizar la dignidad de las personas víctimas de catástrofes naturales o conflictos.

   Cuando ocurren emergencias humanitarias las decisiones han dejado de tener su origen en los responsables humanitarios, para tenerlo en los responsables fiscales, y eso no es eficaz ni es responsable.

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   Por otra parte, la falta de voluntad política se acompaña de la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas y transparencia. Prometer en sedes y foros internacionales y no cumplir es práctica política habitual amparada por unos y consentida por otros.

   En Save the Children consideramos que no es una cuestión de desembolsos es cuestión de gestión de prioridades. Si los primeros ministros pisaran durante unas horas un campo de refugiados dentro de Siria, un Centro de Tratamiento de Ébola o hablaran con una madre de Nepal que duerme con sus hijos desde hace un mes en la calle, las cosas sería muy diferentes, y seguramente las prioridades también.

SIN LOS FONDOS NECESARIOS NO PODREMOS ATENDER A TODOS LOS NIÑOS QUE QUEREMOS

   Blanca Carazo, responsable de Programas de UNICEF Comité Español  |  Estamos en un momento en el que las crisis se multiplican, y observamos además un recrudecimiento del impacto en los niños y niñas (ya de por sí los más vulnerables), en especial en el caso de conflictos armados: ataques contra escuelas y centros de salud en Irak, secuestros de niñas en Nigeria, episodios de violencia brutal contra niños en República Centroafricana o incremento del reclutamiento de niños y niñas por parte de grupos armados en Sudán del Sur.

   UNICEF trabaja en los países antes, durante y después de las emergencias. Uno de los grandes retos es responder a las necesidades urgentes generadas por la emergencia, y al mismo tiempo mantener los programas de desarrollo en contextos muy frágiles, y todo ello con unos recursos muy limitados. También hay que destacar la diferencia entre crisis repentinas y naturales, más mediaticas y para las que hay más posibilidades de financiación (Nepal, ébola); de otras crisis crónicas e invisibles (Siria, Yemen, Sahel, RCA, ...) aún más difíciles de financiar.

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   La falta de recursos impide a UNICEF llegar a todos los niños que lo necesitan en situaciones de emergencias o crisis humanitarias y además obliga a detraer fondos de otros programas. En nuestro Informe de Acción Humanitaria para la Infancia de 2015 (HAC 2015), señalábamos la necesidad de contar con 3.100 millones de dólares para atender a 62 millones de niños en 71 países, sin incluir a los niños afectados por el terremoto de Nepal.

   Pero, si no se logran las contribuciones necesarias, no será posible alcanzar estos objetivos. Por poner un ejemplo, en el caso de Sudán del Sur, a punto de llegar a la mitad del año, únicamente se ha cubierto un 25% de los 165,6 millones de dólares necesarios para atender a más de 800.000 niños desplazado que han huido de la violencia.

   El compromiso de los Gobiernos es fundamental y las drásticas reducciones de la Ayuda Oficial al Desarrollo en España en los últimos años van en completa disonancia con el aumento de las necesidades humanitarias, así como con la solidaridad mostrada por los ciudadanos a nivel individual, por lo que es una tendencia que se debe revertir cuanto antes.

   Asimismo, es importante la implicación de otras entidades, tanto del ámbito público como del privado, en la suma de esfuerzos para responder a las necesidades de niños y niñas atrapados en desastres y conflictos

Por otra parte, tanto desde UNICEF, como por parte de todo el sistema global de Ayuda Humanitaria, se buscan de forma continua mejoras e innovaciones que permitan reducir los costes, mejorar las respuestas y en general aumentar la eficiencia de la acción humanitaria.

CREATIVIDAD PARA PODER BUSCAR FONDOS DONDE NO LOS HAY

Paula San Pedro, responsable de Incidencia Política de Oxfam Intermón  |  El volumen de crisis y la magnitud de las mismas explican que para 2015 la Oficina de Naciones Unidas de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) haya hecho el mayor llamamiento de fondos de la historia: 16.400 millones de dólares para dar asistencia a 57,5 millones en 22 países.

Y mientras las necesidades aumentan a un ritmo vertiginoso jamás visto en la pasado reciente, la capacidad de respuesta no es suficiente. En 2013, se registró un récord en los fondos desembolsados (motivado principalmente por el tifón Haiyán en Filipinas), sin embargo, un tercio de las necesidades quedaron sin cubrir.

En 2014, menos de la mitad de las crisis cubrieron el 50 por ciento de los fondos pedidos. En 2015, todo indica que se seguirá esta misma senda. A día de hoy sólo se ha cubierto un 22 por ciento del conjunto de llamamientos.

Pero, ¿por qué una crisis de inseguridad alimentaria como Gambia sólo recibe el 2 por ciento de los fondos frente a un ciclón en Vanuatu que ha logrado completar el 51 por ciento del llamamiento? Hay varios motivos que explican esta heterogeneidad en las respuestas. Sin duda, hay factores políticos y geoestratégicos que motivan a poner mayor atención a ciertas crisis frente a otras.

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También razones mediáticas. Es inevitable que donde se pone el foco comunicativo resulte más fácil conseguir financiación. Pero, fundamentalmente depende del tipo de crisis. Una crisis súbita como un terremoto o un tifón atrae exponencialmente más fondos que una hambruna o un conflicto.

Lamentablemente, en 2015 este ritmo no se va a mantener, ni incluso para los mediáticos y repentinos desastres naturales. Nepal es un buen ejemplo de ello. Sólo el 22 por ciento del llamamiento se ha completado en el primer mes desde la tragedia. Ante un año especialmente trágico y con pocos visos de que la situación mejore es más importante que nunca ser creativo a la hora de buscar fondos.

Donaciones privadas, nuevos donantes, fundaciones, empresas son nichos a los que no se les ha sacado suficiente partido. Esto no exime seguir exigiendo a los donantes tradicionales su participación activa. Casos como el de España -donde ha caído la ayuda humanitaria un 96 por ciento desde 2009 hasta llegar a 17 millones de euros-- no pueden permitirse, especialmente ante el contexto humanitario al que nos enfrentamos.

ANTE LA FALTA DE VOLUNTAD POLÍTICA, CIUDADANOS Y EMPRESAS COMO DONANTES

Comité Español de ACNUR  |  Cada país y gobierno responde a una realidad diferente, algunos carecen de fondos, o sus presupuestos para ello se han visto muy reducidos como consecuencia de la crisis económica global; en otros casos existe una falta de voluntad política o hay intereses políticos enfrentados.

De cualquier manera, desde el Comité español de ACNUR, desde siempre hemos apostado por tratar de ser independientes y lograr cada vez tener una base de socios, donantes y colaboradores más amplia que apoyen a la organización y a los proyectos de ACNUR en el mundo, así como de buscar alianzas con el sector privado también.

Creemos que hay que poner en marcha diferentes estrategias: por un lado, seguir trabajando con los gobiernos, concienciar, establecer y abrir vías de colaboración, impulsar acuerdos políticos, etc., y, a la vez, por otro lado, no dejar de informar y sensibilizar a la sociedad, explicar lo que está ocurriendo más allá de nuestras fronteras, que cualquier persona puede convertirse de repente en refugiado o desplazado y perderlo todo, y que es preciso colaborar con aquellos que se encuentran en dicha situación.

Por ello, desde el Comité español de ACNUR agradecemos siempre la solidaridad de los españoles, que no dudan en apoyarnos cuando hay una emergencia, y, en particular, nos sentimos muy orgullosos de contar con más de 270.000 socios regulares que nos apoyan y colaboran con nosotros de manera regular.

LA FALTA DE FONDOS REDUCE LA PRESENCIA DE ONG Y AUMENTA EL TRABAJO DE LAS QUE ESTÁN

Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de Médicos Sin Fronteras (MSF)  |  Dado que MSF apenas cuenta con financiación pública, la escasez de fondos nos afecta sólo indirectamente; en el sentido de que a menos actores sobre el terreno (otras ONG y agencias de la ONU) o con menores capacidades por falta de recursos, el trabajo se nos multiplica. Y dado que no podemos cubrirlo todo, quien lo acaba pagando es la población que sufre la crisis de que se trate.

Joan Tubau, director general de MSF. La mayoría de organismos internacionales y gobiernos donantes no están siendo capaces de garantizar presencia humanitaria en los escenarios más complejos, o responder de modo oportuno a nuevas crisis como la epidemia de ébola.

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No hay, en definitiva, voluntad política ni financiera para reaccionar con vigor a las emergencias derivadas de conflictos o desastres, que más sufrimiento causan. La crisis del ébola ilustra la dificultad que tiene el sistema humanitario en responder rápida y eficazmente a nuevos retos y a emergencias complejas.

Cuando por fin algunas de las promesas llegan al terreno, sólo se traducen en dinero y en capacidad logística, pero no en las suficientes manos para enfrentarse a la enorme tarea que tenemos ante nosotros. España, que podría haber desempeñado un papel importante en la respuesta global a la epidemia, optó por quedarse al margen, limitándose a realizar una escasa contribución económica.

LAS BUENAS INTENCIONES SON NOBLES PERO NO ÚTILES, HACE FALTA DINERO

Plan Internacional está trabajando en muchos de los conflictos, crisis humanitarias y emergencias que tienen lugar en la actualidad, atendiendo las primeras necesidades de la población y especialmente las de la más vulnerable, la infancia, en República Centroafricana, Sudán del Sur, Nepal, Liberia, Guinea, Sierra Leona y Níger.

Además de la respuesta de emergencia para cubrir las primeras necesidades, Plan Internacional considera fundamental la inversión en educación en emergencias. Los países golpeados por las crisis pueden perder también su futuro si una generación entera carece de acceso a educación.

En 2014, sólo un 1% de los fondos de ayuda humanitaria se destinaron a educación y actualmente no hay un mecanismo para financiar la educación de niños y niñas refugiados o afectados por desastres. Los Gobiernos reunidos ahora en el Foro Mundial de Educación, la Cumbre de Oslo de Educación para el Desarrollo y la Tercera Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo en julio deben establecer una mayor ambición para la financiación de la educación y acordar contribuciones específicas en este ámbito que cambien la tendencia en esta falta de financiación crónica.

Los países donantes se comprometen a destinar fondos a estas crisis cuando la ONU hace llamamientos internacionales, pero finalmente mucho de ese dinero no llega. La respuesta internacional no está a la altura de las crecientes necesidades y las crisis complejas a las que debe enfrentarse y existe una falta de fondos para atender las graves consecuencias de las emergencias humanitarias. Los esfuerzos de ayuda son costosos, y el diseño de esta respuesta de emergencia exige tratar a las víctimas con dignidad y conforme a diversos estándares, como los de la Carta Humanitaria y Normas Mínimas de Respuesta Humanitaria.

Hay que urgir a los gobiernos y al resto de los actores sociales, como empresas e instituciones, a que se comprometan a una mayor financiación. Las buenas intenciones con los que pasan hambre y viven en extrema pobreza son nobles pero no son útiles, para que las cosas cambien y para ayudarlos realmente se necesita dinero. La falta de fondos tiene consecuencias directas en la vida de millones de personas y un grave impacto en el futuro de generaciones enteras de niños y niñas.

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