Mujeres en el oeste de la región de Raqqa
REUTERS / RODI SAID
Actualizado: lunes, 6 noviembre 2017 21:30

LONDRES, 6 Nov. (Thomson Reuters Foundation/EP) -

A medida que las posiciones de Estado Islámico se debilitan, se alzan las voces de los supervivientes que denuncian los abusos sufridos y reclaman que las autoridades intensifican los esfuerzos para liberar a las esclavas sexuales yazidíes que aún siguen cautivas en Siria, según han asegurado este lunes Thomson Reuters Foundation.

A pesar de que los milicianos de Estado Islámico la golpeaban sin piedad por intentar huir de cautiverio como esclava sexual en Siria, la adolescente yazidi Farida Jalaf nunca perdió de vista su siguiente oportunidad para poder escaparse.

"Nos dijeron a mí y a mi amiga que nos llevarían a un lugar del que nunca podríamos escapar. Me pegaron tanto que perdí la visión de un ojo durante mucho tiempo. Nos hicieron de todo", ha contado Jalaf. "Pero a medida que me pegaban me hacía más fuerte y estaba más decidida a huir", ha añadido la joven.

Jalaf, que ahora tiene 21 años y vive en Alemania, se encontraba entre las 7.000 mujeres y niñas yazidíes que fueron obligadas a convertirse en esclavas sexuales cuando los milicianos de Estado Islámico invadieron la provincia de Sinjar, en el noreste de Irak, en agosto de 2014.

Más de 5.000 personas de la minoría religiosa han sido masacradas por combatientes del grupo terrorista. "Vivíamos bajo el control de Estado Islámico. Nos hicieron de todo, desde pegarnos o violarnos hasta separar a niños de sus madres", ha contado Jalaf.

Esta joven ha afirmado que se prometió a sí misma resistir a los milicianos tanto como pudiese, incluso increpándoles por golpear a las mujeres en lugar de dedicarse a su lucha.

Después de cuatro meses secuestrada, Jalaf se dio cuenta de que estaba encerrada en una casa de huéspedes junto a otras cinco chicas. Las chicas aprovecharon su oportunidad y huyeron. Cruzaron desde Siria al Kurdistán iraquí, donde Jalaf puedo reunirse con su hermano.

"Huí el 10 de diciembre y llegué a Irak el 17 de diciembre. Esa es la verdadera fecha de mi nacimiento, el día que fui libre", ha asegurado. En mayo, los milicianos del grupo yihadista fueron expulsados de la última zona yazidi en el noreste de Irak. Sin embargo, la mayor parte de la población yazidi que huyó de sus hogares aún no ha vuelto.

Unas 3.000 mujeres y niños de esta comunidad siguen siendo rehenes de Estado Islámico. Distintas facciones armadas que rivalizan entre sí se disputan el control de Sinjar.

Aún no ha habido una respuesta por parte de la Justicia para los crímenes que ha sufrido la comunidad yazidi, incluyendo la esclavitud sexual.

Ahmed Burjus, el director de Yazda, una ONG que atiende a las víctimas yazidíes y que está registrando pruebas sobre los asesinatos masivos que han llevado a cabo los milicianos yihadistas, ha asegurado que se necesita hacer más para mejorar la situación de estas personas.

"Casi todas las áreas están liberadas de Estado Islámico, pero los yazidíes siguen desaparecidos. ¿Han sido asesinados? No sabemos dónde están", ha declarado Burjus.

Una Comisión de investigación sobre Derechos Humanos de la ONU, que definió los asesinatos de miles de yazidíes como un genocidio, aseguró en agosto que las atrocidades no habían terminado y que la comunidad internacional no estaba haciendo lo suficiente por detener esta situación.

"Sé lo difícil que es porque estuve bajo su control durante cuatro meses, pero ¿qué ocurre con aquellos que llevan en cautiverio durante más de tres años?", ha denunciado Jalaf.

"Destruyeron mis sueños y no quiero que destruyan los de otras chicas. Queremos que este genocidio se pare y podamos volver a nuestras casas", ha concluido la joven.

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