MADRID, 22 Feb. (EDIZIONES) -
La negativa del presidente de Ucrania Viktor Yanukovich a firmar un acuerdo estratégico de asociación política y económica con la Unión Europea a finales de 2014 puso en marcha la mayor transformación en la Europa del Este jamás vista desde la caída del Muro de Berlín.
Ucrania iba a ser el escenario de protestas multitudinarias en su capital, Kiev, que desembocarían en la salida del país de Yanukovich y el inicio de un conflicto armado que perdura hasta nuestros días: la guerra de Donbas.
A pesar de la tensa calma que se respira ahora en la región, la comunidad internacional permanece a la expectativa del desarrollo del alto el fuego firmado la semana pasada que ponía fin a las hostilidades entre Ejército ucraniano y los separatistas prorrusos en las autoproclamadas repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, afines a Moscú.
En la arena de la diplomacia, los expertos coinciden en destacar que se trata de un regreso 'de facto' a la guerra fría, que ha aniquilado los esfuerzos iniciales de la administración Obama para "resetear" las relaciones con Moscú.
A pesar de que el nuevo Gobierno ucraniano ha cumplido con las exigencias de los manifestantes de Kiev, la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la inmensa influencia que Moscú ejerce todavía sobre las ex repúblicas soviéticas.
Y a pesar de las sanciones, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha realizado una exhibición de fuerza con la anexión de Crimea, en una partida de ajedrez con Ucrania como escenario, y todavía sin vencedor.
REPASAMOS UN AÑO CRUCIAL PARA EUROPA DEL ESTE