La violencia sectaria deja más de 27.000 desplazados internos en el estado de Kaduna, Nigeria

Agricultores en Nigeria
AKINTUNDE AKINLEYE / REUTERS
Actualizado: lunes, 13 febrero 2017 22:21

KAFANCHAN (NIGERIA), 13 Feb. (Thomson Reuters Foundation/EP) -

Más de 27.000 personas han tenido que huir de sus casas en el estado de Kaduna, en Nigeria debido a la violencia sectaria que ha estallado entre los pastores nómadas musulmanes y los agricultores cristianos de la región, un conflicto que ha dejado más de 800 muertos desde septiembre del año pasado.

Habila, de 60 años, es una de las víctimas de esta oleada de violencia. Hace unos meses, en Nochebuena, comenzó a escuchar disparos en su aldea. En cuanto los oyó, dejó a un lado la comida que estaba preparando y echó a correr. Al día siguiente regresó a su casa y sólo encontró ruinas y el cuerpo calcinado de su esposo.

"Mis hijos han perdido sus libros para la escuela y todos sus certificados escolares. Toda nuestra ropa está destrozada y no tenemos ningún sitio adonde ir", ha explicado. Sus hijos han comenzado a mendigar en las últimas semanas para poder comprar algo de comida. "Hemos perdido todo. No podemos regresar a nuestra granja, nos hemos quedado sin medio de vida", ha añadido.

Durante años, la etnia fulani, formada por pastores seminómadas que profesan la fe musulmana, ha estado enfrentada por el uso de la tierra con las comunidades cristianas de agricultores en el estado de Kaduna.

Este año, el conflicto se ha intensificado debido a la sequía, que ha obligado a los fulanis a buscar tierras fértiles cerca de las granjas de los agricultores de Kaduna.

La violencia entre ambos bandos ha llegado a tal nivel que, de acuerdo con los expertos, los enfrentamientos han causado más muertos que la insurgencia de Boko Haram. En 2016, la violencia sectaria entre los cristianos y los fulanis causó la muerte de al menos 1.300 personas. Boko Haram mató durante el mismo periodo a 850 nigerianos.

La falta de asistencia a las víctimas por parte del Gobierno ha aumentado los temores de la comunidad internacional, que ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de que el conflicto aumente y llegue un punto en el que el país no pueda hacerle frente.

Nigeria, además de la violencia sectaria, sufre la insurgencia de Boko Haram, que quiere imponer la ley islámica en su versión más radical, y la de los Vengadores del Delta del Río Níger, que reivindica un reparto de la riqueza petrolera del país.

"Si no se aborda la raíz de este conflicto y los responsables no son investigados y condenados, las tensiones existentes aumentarán y se traducirán en más ataques y más sangre", ha advertido Sola Tayo, investigadora de la organización Chantam House. "Esto aumentaría el número de desplazados internos", ha añadido.

AUMENTO DE LAS TENSIONES

Aunque a finales de 2016 la situación parecía haberse calmado, en las últimas semanas las disputas han vuelto a intensificarse con alrededor de 200 muertos, según los expertos.

La tensión entre musulmanes y cristianos en Nigeria ha aumentado de manera dramática en los últimos meses. Aunque los agricultores cristianos culpan del conflicto a los fulanis, muchos expertos y habitantes de la zona alegan que las difamaciones contra los nómadas y el intento de hacerles parecer los agresores ha sido una de las principales causas de los ataques, motivados por la venganza.

La mitad de la población de Nigeria trabaja en el sector agrícola, que supone una cuarta parte de su PIB. El conflicto sectario le cuesta al Gobierno nigeriano una media de 13.200 millones de euros al año y cada vez son más los desplazados internos que tienen que depender de la ayuda humanitaria para subsistir, ya que han sido despojados de sus casas, sus bienes y sus medios de vida.

Ayuba Rasong, un vecino del pueblo de Habila, decidió dedicarse a al agricultura hace apenas dos años, después de jubilarse como director de un colegio local. Los fulanis atacaron su granja el pasado mes de diciembre, destrozando por completo sus cosechas, los aperos y su casa.

"No sé como voy a conseguir el dinero para pagar los desperfectos o para que mis hijos puedan seguir yendo a la escuela", ha contado. "Estos pastores me han quitado todo", ha añadido.

Las mujeres y las niñas han sido uno de los colectivos más afectados por la violencia sectaria en el estado de Kaduna. Muchas de ellas han sufrido violaciones, agresiones o han perdido a la mayor parte de su familia.

Audu Hambo, un joven agricultor de 25 años, apenas podía contener las lágrimas mientras explicaba cómo murió su mujer. Al regresar de un viaje a la capital, Abuya, encontró su granja destrozada y el cadáver de su mujer, que estaba embarazada de siete meses.

Debido a la falta de recursos, las mujeres desplazadas están teniendo que utilizar trapos para hacer frente a su menstruación, según denuncian varios grupos de activistas de la zona.

"Las mujeres no se pueden permitir comprar compresas", ha explicado Ndi Kato, activista voluntaria que trabaja en Kaduna. "Muchas de ellas tienen que dar a luz en condiciones extremadamente precarias porque no pueden permitirse pagar atención médica", ha argumentado.