SANTA CRUZ DE LA PALMA 14 Abr. (EUROPA PRESS) -
El magma que activó la erupción volcánica en la zona de Cumbre Vieja, en La Palma, se reactivó entre diez y quince años antes y se movió de forma solenciosa hasta la superficie sin generar actividad sísmica, según recoge un estudio elaborado por el Institut des Sciences de la Terre d'Orléans en colaboración con investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL), Instituto Geográfico Nacional y CSIC publicado en la 'Revista de Vulcanología e Investigación Geotérmica'.
La investigación, recogida por Europa Press, apunta que el yacimiento cortical de La Palma estaba situado a diez kilómetros y a una temperatura de 1065 °C aunque con varios niveles de temperatura dado que había un cuerpo de magma frío (850-950 °C), probablemente un remanente de episodios eruptivos previos en La Palma, que fue rejuvenecido por magmas más calientes que aumentaron la temperatura de la porción inferior del yacimiento hasta 1135 °C.
Así, las escalas temporales derivadas de los perfiles de difusión del olivino muestran que la reactivación comenzó entre 10 y 15 años antes de la erupción y estuvo marcada por al menos cuatro inyecciones diferentes provenientes de un reservorio del manto profundo.
La zonificación del olivino indica además que la última recarga previa al inicio de la erupción ocurrió a mediados de octubre de 2018, seguida de una fase de enfriamiento posterior a la inyección que continuó hasta la fecha de la erupción, durante la cual la porción superior del cuerpo rejuvenecido reingresó al campo de estabilidad del anfíbol.
Según los investigadores, este período de enfriamiento previo a la erupción podría explicar, en parte, la ausencia de señales sísmicas preeruptivas a unos 10 kilómetros, como lo revela la revisión del catálogo sísmico precursor desde 2017.
Así, el vaciado del depósito cortical desencadenó la explotación de depósitos más profundos del manto, que suministraron magmas calientes (al menos a 1135 °C) que se emitieron posteriormente en la secuencia eruptiva.
La diferencia de temperatura, y por lo tanto de viscosidad, explica potencialmente la mayor capacidad de flujo observada tras el freno eruptivo del 27 de septiembre.
De esta forma, la falta de sismicidad precursora aboga por el desarrollo de futuras estrategias de monitoreo para detectar el movimiento asísmico de magmas entre los dos yacimientos bien identificados y el desarrollo de modelos físicos para comprender la conexión del yacimiento hidráulico corteza-manto y las señales geofísicas producidas a partir de esta transferencia de magma.
De hecho, apuntan los investigadores, las herramientas geobarométricas disponibles "no son lo suficientemente precisas" para desentrañar correctamente los sistemas de tuberías de los volcanes de basalto alcalino.