Un hombre reconoce ante el juez que mató a su expareja en Torrelaguna pese a tener una orden de alejamiento en vigor

Audiencia Provincial de Madrid, sede penal, cartel de sala de vistas, juicio
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Publicado: martes, 6 marzo 2018 15:13

MADRID, 6 Mar. (EUROPA PRESS) -

Raúl G.G., acusado de asesinar a su expareja con una brutal paliza en noviembre de 2013 en la localidad madrileña de Torrelaguna ha reconocido este martes ante el juez que fue él quien agredió a la víctima hasta provocarle la muerte pese a que tenía una orden de alejamiento en vigor desde mayo de ese mismo año.

Así lo ha explicado este hombre durante el juicio, al que la Fiscalía Provincial de Madrid reclama 32 años de cárcel por los delitos de asesinato, maltrato habitual, quebrantamiento de medida cautelar y lesiones, con los agravantes de parentesco y reincidencia.

Pese a reconocer los hechos, Raúl G.G., no obstante, ha alegado que todo lo hizo bajo los efectos del alcohol y la cocaína, porque "perdió la cabeza" y por sentirse "acorralado" por el miedo de volver a prisión. De hecho, estuvo diez meses en la cárcel en el año 2008 y otros tanto en 2010 por quebrantamiento de la orden de alejamiento que un juez le impuso contra su mujer por "numerosas" agresiones.

El acusado ha referido que estos quebrantamientos fueron "consentidos", un extremo que la Fiscalía rechaza de pleno, asegurando que la mujer aceptaba lo que él decía o hacía "como consecuencia del clima de temor que impuso durante el periodo de convivencia".

Raúl G.G. ha explicado que el día de los hechos era su cumpleaños, por lo que pidió a su expareja quedarse con el hijo que ellos tenían en común pese a que no le correspondía. Ella se negó por "posibles problemas con Asuntos Sociales".

Ese mismo día, a la noche, se dirigió a la salida de un pub donde estaba su mujer y le recordó que era su cumpleaños. Ella contestó: "Felicidades. Vete de aquí que ya sabes lo que hay, si no llamo a la Guardia Civil". Tras esto, el hombre se marchó y ella volvió al local junto con varios compañeros de trabajo.

Cuando ya se marchaban, pidió a dos de ellos que la acompañaran hasta casa "por el temor que sentía de que su expareja le hiciese algo". La víctima se montó sola en su vehículo y llegó hasta el aparcamiento de su vivienda mientras que los otros dos hombres se montaron en otro coche y se trasladaron hasta la vivienda de la mujer para comprobar que llegara sana y salva a casa.

Uno de estos compañeros de trabajo ha relatado hoy ante el juez que, al ver que no se encendían las luces de la casa ni que respondía a sus llamadas, salió de su vehículo y llamó a la puerta del apartamento de la mujer, sin obtener respuesta. Entonces, escuchó gritos que provenían desde un parking interior del edificio y se dirigió hasta allí.

En ese momento, vio un coche con las luces de posición encendidas y dos personas en su interior forcejeando. Sospechó que era la víctima, por lo que golpeó en el cristal del copiloto, donde supuestamente estaba sentado el agresor, para que parara. Según el relato del testigo, Raúl G.G. se bajó, se remangó, le dijo "venga valiente, ahora te vas a enterar tú" y le propinó varios puñetazos. Todo ello mientras la mujer se encontraba aún en el vehículo. Después la sacó y le comenzó a dar patadas en la cabeza y a golpearla contra el suelo.

El testigo entonces fue a pedir ayuda e intentó distraer al agresor sin éxito: "Yo intentaba que se viniera hacia mí pero era imposible, no paraba". "La cogía de los pelos, del cuello, la tiraba al suelo. Fue bestial, brutal", ha explicado. El otro compañero de trabajo, que entró posteriormente al garaje, ha asegurado que todo eso ocurría mientras el agresor le decía en varias ocasiones "muérete, puta". También gritaba: "Yo voy a ir a la cárcel pero te voy a matar".

La mujer falleció a consecuencia de los golpes recibidos y el acusado fue detenido a escasos metros del lugar del crimen esa misma madrugada e ingresado en prisión. En ese momento no reconoció los hechos como ha hecho este martes, sino que acusó al compañero de trabajo que intentó auxiliar a la víctima de haber sido el autor de la agresión. Fue solo hace dos meses, momento en el que contrató a sus actuales letradas, cuando decidió reconocer los hechos para afrontar una pena menor.