SC Borromeo.- Rouco Varela dice que profanar la Eucaristía supone un desprecio de la muerte del Señor

Actualizado: lunes, 11 junio 2007 12:27

"Quienes no tienen fe, injurian a la comunidad creyente simulando participar de sus misterios"

MADRID, 11 Jun. (EUROPA PRESS) -

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, afirmó ayer durante la solemne Eucaristía del Corpus Christi en la Plaza de Oriente que "profanar la Eucaristía supone un desprecio de la muerte del Señor, que entregó su Cuerpo y Sangre como sacrificio por los pecados de los hombres".

"Hemos de lamentar con profundo dolor los abusos y profanaciones de este sacramento de los que hemos sido testigos recientemente en nuestra diócesis y que apartan a sus autores de la comunión en la fe y en la vida eclesial, que es el único marco válido de celebración de estos sagrados misterios", dijo Rouco Varela en clara referencia a las celebraciones que se desarrollan en la parroquia de Entrevías San Carlos Borromeo.

"Utilizar la celebración de la Eucaristía en contra de la misma Tradición en la que ha tenido su origen es, además de un acto carente de sentido y de valor teológico, un triste y grave atentado contra la comunión eclesial que nace de la obediencia a la fe y al mandato apostólico que procede del Señor", manifestó. Y añadió: "Quienes no tienen fe, injurian a la comunidad creyente simulando participar de sus misterios; y quienes creen, rompen la comunión que Cristo quiso para su Iglesia".

Así, recordó las palabras de Benedicto XVI en su exhortación apostólica Sacramentum Caritatis. "Es necesario que los sacerdotes sean conscientes de que nunca deben ponerse ellos mismos o sus opiniones en el primer plano de su ministerio, sino a Jesucristo. Todo intento de ponerse a sí mismos como protagonistas de la acción litúrgica contradice la identidad sacerdotal", planteó.

"Antes que nada, el sacerdote es un servidor y tiene que esforzarse continuamente en ser signo que, como dócil instrumento en sus manos, se refiere a Cristo. Esto se expresa particularmente en la humildad con que el sacerdote dirige la acción litúrgica, obedeciendo y correspondiendo con el corazón y la mente al rito, evitando todo lo que pueda dar precisamente la sensación de un protagonismo inoportuno", destacó. Y recomendó "al clero profundizar siempre en la conciencia del propio ministerio eucarístico como un humilde servicio a Cristo y a su Iglesia".

En su homilía, el Cardenal dijo que en la solemnidad del Corpus Christi "la Iglesia presenta este misterio al mundo entero para que entienda hasta qué punto es verdad que Dios quiere saciar a la humanidad con un banquete de vida eterna". Y que en la procesión con el Santísimo, "que tradicionalmente sigue a la celebración de la Eucaristía, pretende mostrar a los hombre el Pan vivo bajado del cielo, el nuevo Maná con el que Dios alimenta a su Iglesia, la Carne de Cristo que se inmola en la cruz para la vida del mundo".

Recordando la enseñanza de la Iglesia sobre el sacramento de la Eucaristía, el cardenal Rouco Varela afirmó que "cada vez que la Iglesia celebra esta liturgia, el Señor resucitado transforma el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre y se hace presente en la Iglesia vivificándola con el don de su amor". "La Iglesia vive de esta celebración; más aún, nace de ella, pues es el Señor resucitado quien congrega en torno a su mesa a quienes, por participar de su Cuerpo y de su Sangre, forman el Cuerpo de Cristo, la Iglesia del Señor. Como decía san Agustín, comiendo el Cuerpo de Cristo nos convertimos en aquello que comemos: La Iglesia, Cuerpo del Señor", añadió.

Respecto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, el Arzobispo de Madrid explicó que "san Pablo recuerda a quienes no valoraban en toda su grandeza este cambio sustancial que "quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor".

"Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. La seriedad de esta advertencia del apóstol sólo puede entenderse si tenemos en cuenta que la Eucaristía es el memorial de la muerte de Cristo. Profanar la Eucaristía supone un desprecio de la muerte del Señor, que entregó su Cuerpo y Sangre como sacrificio por los pecados de los hombres", declaró.

"Examinarse a sí mismo antes de participar en la mesa del Señor -como exige el apóstol- conlleva aceptar el misterio eucarístico como sacramento de la muerte de Cristo, comprenderlo en el marco de la tradición que se remonta al Señor, y confesar de palabra y de obra la fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía que se concreta en la adoración humilde y gozosa de su Cuerpo y de su Sangre", agregó Rouco.