Actualizado: lunes, 19 marzo 2007 17:55


MADRID, 19 Mar. (EUROPA PRESS) -

El portero de la finca de Alcalá de Henares situada en las cercanías de la estación de tren de éste localidad madrileña declaró hoy ante el tribunal del 11-M que se fijó en los ocupantes de la furgoneta Kangoo aparcada cerca de su portal porque le impresionó uno de ellos, que "iba muy tapado" a pesar de que no hacía excesivo frío aquella mañana.

El conserje explicó que el 11 de marzo de 2004 se dirigía a las siete de la mañana a la estación para recoger la prensa gratuita, como hacía habitualmente, cuando vio a tres personas en el vehículo que le resultaron "sospechosas". Una de ellas bajó del coche, muy abrigado y con un gorro y cogió "una mochila y un bolso" --dos cosas en cualquier caso-- y se encaminó andando delante de él hacía el punto de salida de los trenes.

A preguntas de las defensas, matizó después que se ratificaba en las declaraciones realizadas ante la policía en las que no habló de dos bultos sino de uno sólo.

El testigo, que explicó que aquella mañana adelantó su horario para poder acudir por la tarde al funeral de un familiar, continuó relatando que en la furgoneta había otras dos personas. "Uno de ellos creo que empezaba a ponerse un gorro", especificó.

"Iba muy tapado, me pareció bastante alto, una persona joven", relató el portero que dijo que no ha conseguido olvidar esa "imagen brutal" que le vino cuando relacionó a las personas del vehículo con lo "ocurrido más tarde".

Explicó además que su primera impresión fue que se trataba de extranjeros. Reconoció que ante la policía dijo que podían tratarse de personas de países del este y explicó que pudo ser una "deducción mal hecha" ya que la tez de los desconocidos era "bastante clara".

TRES AÑOS INTENTANDO OLVIDAR

Cuando regresó a su portería la Kangoo continuaba aparcada en el mismo lugar pero ya no había nadie en el interior y la furgoneta estaba cerrada, dijo. "Después me entero que está pasando y, por pura intuición, pienso que tienen algo que ver", añadió. "Sopesé mucho todo esto, antes de decírselo a la policía", relató el portero que explicó que incluso llegó a plantearse que podía meter en problemas a gente inocente. "Lo medité mucho y decidí decírselo al presidente de mi comunidad, él habló con la policía y vinieron a preguntarme", agregó.

El conserje --que en un momento de la declaración llegó a decir que lleva "tres años" intentando "olvidar esto"-- indicó que, a pesar de que la policía le enseñó fotografías, no pudo reconocer a nadie porque a la persona que mejor vio, la que caminaba delante de él hacia la estación, sólo pudo verle los ojos. Puso, además, de manifiesto que "nadie" le ha dicho lo que tiene que decir y añadió: "ni que se le ocurra a nadie".