La viuda de Pedrosa dice que, desde el principio, supo que tenía que perdonar y destaca que "es un acto que libera"

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EUROPA PRESS
Actualizado: lunes, 14 mayo 2012 18:10

Cree que "hay que seguir trabajando en el reconocimiento de todas las vulneraciones de derechos humanos en este país"


BILBAO, 14 May. (EUROPA PRESS) -

Carmen Hernández, la viuda de Jesús María Pedrosa, edil asesinado por ETA, ha asegurado que, desde el principio, supo que tenía que perdonar y ha destacado que "es un acto que libera". Tras considerar que "ojalá" todos los presos se arrepintieran, ha abogado por "seguir trabajando en el reconocimiento de todas las vulneraciones de derechos humanos en este país".

Durante su intervención en el Congreso de la Memoria y la Convivencia, Hernández ha recordado que su marido llevaba 13 años en el Ayuntamiento de Durango como concejal del PP, cuando el 4 de junio del 2000, ETA le asesinó de un tiro en la nuca.

Según ha relatado, tres años antes de que le mataran, comenzaron a amenazarle. "Venían a casa un día sí y otro también. Nos llenaban la escalera y el portal con dianas, tiraban piedras a las ventanas", ha narrado.

Asimismo, ha recordado que "los chavalillos" del instituto que tenían enfrente de su domicilio, "venían con las pancartas de los presos en los recreos", y si había alguna manifestación "también terminaba debajo de casa".

La viuda de Pedrosa ha recordado que la Policía o no venía o llegaba tarde, y la vida familiar se tornó "triste". "Se siente soledad. La gente parece acostumbrada a este tipo de situaciones sin que llegue a afectarles. Sufrí mucho por esa pasividad de la gente, viendo que vecinos y personas con las que has crecido, dejan de saludarte y se manifiestan debajo de casa", ha señalado.

De esta forma, la familia vivió "cosas que parecía imposible que ocurriesen en la realidad". "Todo parece una pesadilla. Al final, vas sintiendo mucho miedo, aunque nunca esperas que vaya a tocarte a ti", ha señalado.

Ha recordado que pidió a su marido que "lo dejara, sobre todo por sus hijas, pero, para él, que hacia años había sufrido "un infarto muy fuerte", era "un aliciente" estar en el Ayuntamiento. Se enteró del asesinato de su esposo por la radio y, aunque no dieron nombres, por los datos, supo que "se trataba de él".

Su hija pequeña se enteró cuando ya facilitaron el nombre de la víctima porque ella estaba en "shock" y no podía decírselo. A su otra hija, que vive cerca de casa, la llamó por teléfono y le dijo: "Ven, que han matado a aita". "La angustia te ahoga, sientes rabia, indignación y las preguntas se te agolpan: ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿con qué derecho le han quitado la vida?. Nada tiene respuesta, todo es un absurdo", ha añadido.

Después, se sintió "desbordada por la gente que se acercó a casa" y por los medios de comunicación. "Cuando todo fue volviendo a la normalidad, personas que, al parecer, no se habían cerciorado hasta tal punto de lo que sucedía, me han acompañado, otras han lamentado no haber estado en los momentos difíciles. Supongo que muchos por miedo", ha señalado.

Además, ha recordado que "una vecina mayor", cuando le mataron, dijo: 'Ahora le han matado, pero, hasta ahora, no le han dejado vivir'".

Una vez cometido el asesinato, Carmen Hernández continuó recibiendo llamadas telefónicas, en las que le decían cosas como "Hijo...ya estás muerto, ya estás en el paredón". "Al final, me tuvieron que quitar el teléfono y que no apareciese en la guía", ha indicado.

La viuda afirma que se prometió a sí misma ser fuerte, sobre todo por sus hijas, "para que ellas se sintiesen mejor". "Nada vuelve a ser lo mismo, porque, al no ser una muerte natural, sino brutalmente arrebatada, no lo aceptas, sino que aprendes a vivir con ello", ha señalado, para precisar que "te vuelves más sensible y cualquier tragedia de este tipo la vives como propia".

Al mes siguiente del crimen de Juan María Pedrosa, se casaba su hija mayor, en la que la víctima iba a ser el padrino, y la madre se negó a anular la boda. "No quería que eso también nos lo rompiesen", ha añadido.

Al principio, según ha relatado, le resultaba "difícil salir a la calle un pueblo como era, entonces, Durango", en el que todos se conocían" y se podía encontrar con personas que "habían tratado de hacerle la vida imposible". "Tuve que empezar por los extrarradios, con el tiempo fui acercándome al centro y, más tarde, a los lugares que recorría con mi marido", ha contado.

Carmen Hernández ha escrito "mucho, a modo de terapia". "Le escribí una carta de despedida a mi marido, como me recomendó mi psicólogo, y aunque parezca una tontería, me sirvió de gran alivio. Parece que le tenía como amarrado y no le dejaba descansar", ha dicho.

EL PERDÓN

La viuda de Pedrosa, que es creyente, ha manifestado que aferrarse a su fe le ha ayudado mucho, y desde el primer momento tuvo claro que tenía que ser capaz de perdonar. "El perdón no es el olvido, y no es una obligación, sino un acto que libera, algo muy particular, de cada uno, no adjudicable de ser creyente o no, puesto que cualquiera puede perdonar según lo sienta. De lo que sí estoy segura es de que el odio y el resentimiento hace daño más a uno mismo que al agresor", ha destacado.

Hernández ha aludido a la posibilidad de que se logre la paz y la reconciliación. "Lo que necesitamos es conseguir tener una convivencia pacífica y respetuosa en una sociedad tan plural como es ésta", ha indicado.

Asimismo, cree que "parece que hay demasiada prisa por parte de algunos sectores en normalizar la situación". "Creo que hay que ir pasito a pasito, porque ha sido una historia de mucho sufrimiento. Reconducir odios, educar en valores y respetar al otro como persona, llevará su tiempo porque lo que ha fallado ha sido el no reconocimiento del otro como ser humano, como persona", ha indicado.

En este sentido, ha recordado lo que decía el ex consejero y sociólogo Joseba Arregi: "Una narrativa para los tiempos de terror que hemos vivido, exigirá enfrentarse con esta historia en la que todos hemos sido actores; enfrentarse seriamente con esta historia preguntándonos: ¿qué hemos hecho?, ¿dónde hemos estado a lo largo de estos 50 años?".

A su juicio, de lo que se trata "es de que se haga justicia a la hora de analizar las cosas que han pasado". "Ha sido muy fuerte que, en vez de defender las ideas políticas con la palabra, hayan estado amedrentando, secuestrando y matando durante tantos años", ha subrayado.

Por ello, cree que es necesario "aprender de los errores del pasado para construir el futuro" y a esa tarea todos deben contribuir para lograr la convivencia. "Algún día se llegará a escribir la historia con la verdad de lo que aquí ha pasado. No importa el tiempo que se tarde en ello", ha dicho.

La viuda de Pedrosa ha reconocido que parece "abrirse una puerta a la esperanza y habrá que aunar esfuerzos". En este contexto, ha mostrado su convicción de que "hay que seguir trabajando en el reconocimiento de todas las vulneraciones de derechos humanos acaecidas en este país".

"Estaría bien que llegase un momento en el que todos nos pudiésemos unir a favor de algo y no en contra de nada. La sensación es que queda mucho por hacer", ha apuntado, para añadir que

las víctimas han creído "en la libertad, en la justicia y en el derecho, nunca en la violencia, el terror o la tiranía".

Además, ha relatado que ha tenido ocasión de escuchar la historia "de una persona de ese mundo del terror, una historia muy triste". "Una vez que entren en ese mundo, las personas para ellos dejan de serlo. Sólo se limitan al listado que les dan de acciones a ejecutar", ha manifestado.

Tras señalar que esta persona "estaba muy arrepentida, que es lo positivo", ha apuntado que "el daño que hizo no tiene vuelta de hoja y el daño que ha causado, tampoco, pero, al estar en la calle, tendrá que seguir con su vida e intentar reinsertarse. Me dijo que algún día espera contar su historia a sus hijos. Ojalá todas las personas que están en la cárcel pasaran por ese proceso de reflexión y arrepentimiento", ha concluido.