Actualizado 11/06/2008 02:00

Agustín Jiménez.- Obama en las alturas

MADRID 11 Jun. (OTR/PRESS) -

Tras haberse ganado a pulso un prestigio de mentirosos, rufianes y torturadores, los norteamericanos han iniciado el camino de la enmienda y han enviado a Obama al cielo para que cuente allí que tambien hay americanos buenos. Un profesor negro, un político con swing y aparentemente honrado, desbarata la inmoralidad cateta de los Bush y la trapichería pasada de moda de los Clinton. Obama muestra talante y ha osado pensar que hasta los iraníes son personas humanas. Por esa inocencia, por esa capacidad emprendedora, incluso en lo moral, seguimos amando a Estados Unidos.

¿La América vegetal, espesa y beaturrona irá en masa a votar a Obama, el cambio intranquilo? ¿Será el senador animoso un nuevo 'bluff', un famoso cuarto de hora procedente de la fábrica de estampitas? Frente al extraño senador negro, se presenta una atractiva estampa de derechas. McCain es el nombre de una marca de precocinados baratos. Un nombre tan necesario, más o menos, como un pollo frito de Kentucky. McCain se ha inventado un pasado piadoso de conservador compasivo, de hombre bueno pero sólido, de americano eterno a lo John Wayne. Proseguirá Irak por dignidad (?) y responsabilidad (?) y ahogará los problemas en el mercado libre. El problema es que en Estados Unidos todo lo decide ya el mercado, hasta los problemas. Y ¡cómo engordan los problemas en el mercado libre! Que se lo digan a los transportistas españoles que secuestran carreteras para que les regalen lo que el mercado les encarece. Tan trasnochada como la fe en las izquierdas, es la confianza en los mercados. Ya solo la gente muy antigua es liberal, y eso fuera de casa.

Tampoco Obama es necesariamente de izquierdas. De momento es un icono presentable que nos llega, ¿cómo no?, de las inagotables fábricas del nuevo continente. Comparándolo con los iconuelos europeos: el Zapatero simpaticón con aire a Mr. Bean; el gran boyardo Putin con su halo de KGB; el anciano Berlusconi que en dos telediarios ha provocado el retorno de la momia y ha convertido la Italia audaz en un panteón rancio; el Sarkozy "petit garçon" (Poivre d'Arvor antes de que lo echaran de la tele), en la línea napoleónica de los franceses (quiero un imperio pero no puedo). Barak Obama es un twister y una locomotora y una orquesta. O tal vez solo un rayito de luz. Estábamos muy necesitados.

Agustín Jiménez.

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