MADRID 7 Ago. (OTR/PRESS) -
Los refranes siempre me ha provocado no pocas dudas porque, tomados en conjunto, no dejan de ser un compendio de filosofía en chancletas pero, sobre todo, un tratado de hipocresía y cinismo que lo mismo afirma una cosa como su contraria: aunque no sea verdad se empeña el refranero en que "a quien madruga Dios le ayuda", para luego, una vez ya animado a levantarte con las del alba, advertirte que "no por mucho madrugar amanece más temprano". Otra vez a la cama. Pero dentro de esta sinrazón, hay topicazos que resultan absolutamente indiscutibles: que ser agradecido es algo de bien nacidos, no creo que lo dude nadie y menos que nadie el presidente del Gobierno para el que un ministro nombrado en la última hornada reclamaba nada menos que el premio Nóbel de la Paz. Así da gusta nombrar ministros.
Pues en la duda aun de esa posible candidatura al Nóbel, aparece Rosa Regás, a la sazón directora de la Biblioteca Nacional que no contenta con afirmar que ella ni lee periódicos ni oye radios ni ve televisiones, asegura que cada vez se vende menos prensa en España por una sencilla razón: porque los medios de comunicación de este país no transmiten bien a la sociedad los grandes logros del Gobierno. Según la Regás, esos logros se venden mal "porque la prensa no es del Gobierno. Todos van a favor de la oposición. Afortunadamente cada vez se venden menos periódicos".
No es fácil creer estas cosas. Me refiero no a las afirmaciones de la señora Regás sino a que tales disparates los diga precisamente ella. Que la directora de la Biblioteca Nacional se alegre de que cada vez se lea menos prensa, es fuerte. Que la tertuliana devota durante mucho tiempo de la SER -ignoro si lo sigue siendo ahora- diga que todos los medios van a favor de la oposición se más fuerte aun y que la progresista escritora parezca lamentar que no haya prensa del Gobierno, roza lo paranormal.
Uno ha compartido con Rosa alguna mesas redondas y otras inutilidades de parecido calibre y pese a su numantina posición más allá de lo exigible en la orbita del socialismo, siempre he tenido con ella un buen rollo y hasta una especial debilidad. Nunca llegaré a entender cómo un intelectual -y Rosa sin duda lo es- puede llegar a posiciones tan cerradas, tan castrantes para mantener la objetividad mínima necesaria que se requiere para una critica coherente del mundo y sus alrededores. Pero España es cada vez más ansí y no sólo por la izquierda sino también por la derecha.
Es que releo lo de Rosa y además de no salir de mi asombro, siento como un escalofrío cuando habla de "los grandes logros de este Gobierno". Es que suena tanto al NO-DO, que da un poco de frío. Por cierto, era cuando para el Nóbel sonaba mucho don José María Pemán aunque luego le consolaban con un Ondas.
Andrés Aberasturi.