MADRID 18 Mar. (OTR/PRESS) -
Pasaron las elecciones y la Semana Santa o laica -que de todo hay, hasta primeras comuniones civiles- nos ha pillado entre ninots y tracas. El caso es que el lunes que viene, cuando ZP haya dejado de hacer futing y Rajoy se incorpore a sus tareas opositoras, algo deberá pasar en este país, algo que se ha ido dejando y dejando por culpa de la campaña electoral.
Y no me refiero a una sola cosa, aunque tal vez cuanto antes se afronte con realismo la crisis económica, mejor para todos. Entiendo, aunque no me parezca de recibo, que resulta casi obligatorio en una precampaña, si no eludir la realidad, si al menos desdibujarla un poco para tranquilidad de los electores. Pero ese tiempo ya pasó y todos los organismos y las instituciones nacionales e internacionales, auguran lo que ya es un hecho en la vida diaria: esto va mal y no se va a solucionar en seis meses ni en un año. Habrá cosas que se tengan que hacer en Bruselas y otras en Madrid, pero algo hay que hacer porque ante ese toro que había arrancado de lejos, ya no se puede hacer más el don Tancredo, que es lo que hemos hecho: no movernos, no mirar, no correr. Insisto en que buena parte de las reacciones tendrán que acordarse en la Unión Europea y los gobierno deberían presionar tal vez al Banco continental para que también mueva ficha, que tener el dólar por los suelos, al final nos va a costar caro; pero también es verdad que si vienen mal dadas en España -que sí que vienen- pues habrá que decirlo claramente y tomar medidas y ver si se puede dar todo lo que se ha prometido o hay que pedir algún sacrificio y hacerlo entre todo, reunirse y salvar esta crisis que no es coyuntural ni pasajera.
También habrá que hacer mas cosas. Por ejemplo no leer esas encuestas en las que el 55 del electorado del PP quiere una oposición más cañera. ¿Más? Si las cabezas pensantes de Génova se dejan llevar por tales sondeos, es probable que para la próxima cita electoral no sólo repitan derrota sino que la derrota sea, en ese caso, estrepitosa.
En este país siempre hay cuatro que piden caña, mano dura, inmovilismo, cadenas y potenciar ese cabreo antiguo y casposo que conllevaba la política y que ya no tiene ningún futuro. Porque al margen de esos cuatro (que están en un lado y en el otro) la inmensa mayoría de los ciudadanos lo que deseamos es el entendimiento de los dos grandes partidos sin que ninguno de los dos tenga que renunciar a sus principios. Pero hay que hacer concesiones, pactar, llegar a acuerdos de futuro, pensar en algo más inmediato y a la vez más lejano que lo que ocurra dentro de 4 años. Hay que legislar y ejecutar lo legislado, hay que admitir iniciativas del contrario y no empecinarse en posiciones que no conducen a nada. Ni el PSOE puede aislar al PP -como se ha visto en estas elecciones- ni el PP oponerse por sistema a casi todo.
Lo que pasa es que uno, a estas alturas, se siente absurdo diciendo lo coherente y parecen coherentes los que piden el absurdo. Vamos a vivir tiempos difíciles porque la economía, nos guste o no, es la base que sostiene todo el entramado del estado del bienestar. Para esos tiempos hay dos opciones: intentar aunar voluntades para salir todos del atolladero, o la tristísima frase del "dales caña". De lo que decida el casi presidente Zapatero y de la línea que siga Rajoy, depende el futuro de este país. Y esto que acabo de escribir, esta afirmación que se despacha en una sola frase, encierra tal responsabilidad para los dos protagonistas, que convendría que reflexionaran ahora que aun nos quedan unos días hasta el próximo lunes. Ojalá ellos, los dos y quienes les asesoran, tenga la misma visión histórica que la sociedad española.
Andrés Aberasturi.