Actualizado 25/06/2008 02:00

Andrés Aberasturi.- Pompas de jabón

MADRID 25 Jun. (OTR/PRESS) -

Mientas lo de miembros y "miembras" levanta polvaredas y hace correr ríos de columnas, hete aquí que nadie parece levantar la voz ni la conciencia frente a ese despliegue de palabras que -admitidas y casi bendecidas por la Real Academia- se desnaturalizan en política, lo mismo sirven para un roto que para un congreso y vuelan ligeras sobre los discursos como lo que realmente son: inconsistentes y delicadas pompas de jabón que explotan sin estruendo en una sociedad que se ha entregado a lo "light" en las bebidas y en los discursos.

¿Cuáles son los "valores" y los "principios" del Partido Popular, esos de los que todos hablan y nadie es capaz de enumerar si no es con más pompas de jabón? ¿El llamado "humanismo cristiano"? Eso no es patrimonio del PP sino el ámbito natural nuestra sociedad europea y está en la base de quienes ni siquiera son cristianos porque forma parte de nuestra cultura común. ¿Se refieren a una idea de España que, por lo visto, pretende cargar contra otros partidos -incluyendo sus siglas- tan de derechas como el PP pero con aspiraciones nacionalistas? Pues entonces no haber votado la Constitución en su momento. Podríamos seguir y todo se iría reduciendo al absurdo.

Pero ocurre lo mismo con el PSOE. ¿Qué diablos es "el cambio", así en genérico? ¿Qué es eso de "la fuerza del cambio"? ¿De qué cambio estamos hablando? Y eso por no hablar de la obsesiva estupidez de prohibir palabras que todos entendemos y vivimos como la famosa "crisis". ¿Qué es un ministerio de Igualdad? ¿Para qué sirve? ¿Por qué vamos a salir "fortalecidos" de la crisis? ¿Por qué estamos "mejor preparados que otros países para afrontarla" si somos los mas dependientes de la energía, el ladrillo y el turismo? ¿Es sólo política "progresista" rechazar cualquier posibilidad de plantearse en serio la vuelta a la energía nuclear?

Y entrecomillo lo de progresista porque es otra pompa de jabón en un mundo global. Ya no hay ni conservadores ni progresistas, hay mercados, Bruselas y multinacionales y el resto queda bien para los debates de cara a la galería pero carece de sentido a estas alturas.

Y luego está Pepiño Blanco, que es como una pompa de jabón agarrado a ese atril en forma de bandeja de salmón ahumado. Alguien que en 2008 recurre al juego de palabras entre el marxismo de Marx y el marxismo de Groucho Marx, debería desaparecer por decreto del ministerio de Cultura, por paliza y por vulgar. Pero Pepiño no conoce límites y no contento de juzgar el Congreso del PP -algo tan poco elegante y sin precedentes- se permite el lujo de señalar a los que estaban con Aznar y aun siguen. ¿Y Sobes? ¿Y Rubalcaba? ¿Y la mismísima vicepresidenta del Gobierno? No todo el PSOE es clarividente Pepiño Blanco. Pero todo esto da igual. Nos vamos acostumbrando -peligrosamente- al pensamiento light, a las palabras que se convierten en descafeinadas y a los discursos bajos en calorías. Esta debe ser la sociedad que nos ha tocado vivir y resulta mucho más divertido, sencillo y frívolo hacer sangre con lo de "miembras" que preguntarse si en estos tiempos de crisis, es realmente necesario un ministerio de Igualdad.

Andrés Aberasturi.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Francisco Muro de Iscar

Políticos, ¡convertíos!

Foto del autor

Fernando Jáuregui

La interesante 'doctrina Armengol'

Foto del autor

Victoria Lafora

Hoy se zurran, mañana pactan

Foto del autor

Carmen Tomás

30.000 millones de gasto en un mes