Alguien debería mirar al corazón de África

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 27 noviembre 2007 15:42

No quiero hacer demagogia fácil, que es lo habitual, pero con la que está cayendo en determinados lugares del mundo, me parece sorprendente que nosotros, y lo formulo en primera persona del plural, no les hagamos ni puñetero caso.

Lo que está ocurriendo en todo el este de la república Democrática del Congo es un horror. Es el auténtico infierno, en boca de la diplomática estona enviada por Javier Solana a la zona. Y nosotros tan panchos. Mucho Chad -durante diez días-, mucho Chile y Venezuela, Ceuta y Melilla y por supuesto, elecciones, elecciones y más elecciones, pero hacia el infierno real, nada de nada.

Unos cuantos datos: el 75 por ciento de los delitos sexuales que se cometen como arma de guerra en el mundo se perpetran en los Kivus; el galimatías de grupos armados que operan en esta región, una de las más ricas del planeta, es incomprensible; el coltán está detrás de todo y para colmo, asistimos impertérritos al mayor desplazamiento de personas que se recuerda en un período menor de un año y que afecta a más de 700.000 congoleños.

Los casos de violencia sexual se cuentan por miles, a pesar de que las ONG's que se atreven a operar en el terreno claman al cielo. Los diagnósticos de fístulas de grado 3, se suman día a día. Que alguien pregunte al amiguete médico qué es eso y alucinará. Casi ninguna mujer llega al médico en el plazo de las 72 horas siguientes a su primera violación, por lo que los tratamientos retrovirales pierden su ya escasa eficacia.

Las violaciones duran días y hasta semanas. Cuentan que batallones enteros violan a una misma familia, en fila, sin miramientos. Y es que allí viola todo el mundo. Como dijo días atrás en The Guardian un coronel de determinado grupo combatiente -la verdad, da igual cuál sea--, un tal Ngarambe, "Aquí violamos todos. Somos seres humanos".

Un botón de muestra es el relato de una mujer de 40 años atendida por Médicos Sin Fronteras al norte de Bunia: "Yo estaba en el campo con mi hijo cuando dos hombres llegaron; cada uno de ellos con un fusil. Me violaron y le dijeron a mi hijo que me lo hiciera también. Como se negó lo fusilaron allí mismo. Se fueron. El niño sangraba mucho y murió al día siguiente".

Los combates son inexplicables si no fuera por la pasta. Allí se pelean desordenados y a lo bestia las fuerzas gubernamentales de Kabila (FARD), que ni cobran ni gobiernan porque allí no hay estado; los tutsis congoleños del CNDP del disidente general Nkunda; los hutus de las Fuerzas Armadas de Liberación de Ruanda; los tutsis ruandeses o banyamulengues; los conocidos Mai-Mai (autodefensas de Kabila-padre); las ADF/NALU ugandeses y el Ejército de Resistencia del Señor, también ugandeses.

Todos ellos aderezados, por partes, con los inconfesables deseos vecinales de Uganda, Burundi, Ruanda y hasta Angola, por carroñear en la zona. Y es que allí hay coltán (mezcla entre columbita y tantalita) con el que se fabrican móviles, consolas y misiles.

Lo primero que sorprende a los cooperantes en las zonas mineras es la presencia de chinos e indios que no se encargan de la extracción, sino de la comercialización. Prueba del caos es que Ruanda, que apenas tiene coltán en su suelo, es uno de los mayores exportadores del mundo.

Pero de este lado del mundo que compramos el dichoso coltán, o mejor dicho, los productos que con eso se fabrican, poco se puede esperar. El batallón mecanizado que la ONU ha desplazado desde Kinshasa hacia el Este es uruguayo, junto con dos compañías sudafricana y senegalesa.

¿Qué se le ha perdido a Uruguay en el infierno? Si a eso le unimos que Bélgica casi ni existe, que la UE no llega y que la región entera está afilando los machetes, podremos deducir que las violaciones pasarán a ser cientos de miles en breve.

Alguien debería mirar al corazón de África. Y después de mirar y de enseñarnos lo que pasa, se nos tendría que caer la cara de vergüenza. Aunque si somos sinceros, seguro que no se nos caerá. Bastante tenemos aquí con nuestras elecciones, el IRPF, el gorila rojo, el AVE y el IPC. ¿O no?

Contenido patrocinado