La culpa es nuestra, de los conductores

Europa Press Sociedad
Actualizado: viernes, 24 agosto 2007 21:19

No sé si es una característica habitual del ser humano o del español mondo y lirondo, pero tenemos la manía de echar la culpa a alguien o a algo, ante cualquier obstáculo, en vez de reconocer la evidencia. En el caso de los accidentes de tráfico, la responsable es la carretera, son el director general de Tráfico, el Gobierno o la Guardia Civil, pero casi nunca, el conductor. Sin que sirva de precedente, me niego a aceptar esta premisa: en la inmensa mayoría de los casos la culpa la tenemos los conductores.

Porque ante las cifras vergonzosas de muertes al volante merece la pena que nos preguntemos algunas cosas: ¿Por qué decimos "la carretera se ha cobrado 108 víctimas..." y no frases como "el espacio aéreo se ha cobrado..." o "las armas de fuego se han cobrado..."? ¿Tiene culpa cualquier carretera veraniega de que un conductor de autocar perdiera la trazada de la curva y murieran sus pasajeros? ¿Tiene culpa una autovía de que un loco condujera en sentido contrario?

Pensemos en nosotros mismos y seamos sinceros. ¿Seguro que nunca hemos conducido bajo efectos de algún antihistamínico? Yo sí. ¿Es que jamás hemos hablado con el móvil mientras conducíamos? Yo también. ¿Seguro que hemos llevado las luces del coche en regla en todo momento? Yo no. ¿Nunca hemos conducido después de una cena de sábado con una botella de buen vino entre pecho y espalda, por lo menos? Pues yo también. ¿Nos influye más de cinco segundos la presencia de un guardia o de un radar? A mí no.

Intentemos cualquier tarde de éstas, cuando salgamos del curro, hacer un simple ejercicio que consiste en pensar qué podría pasar por nuestras cabezas durante un par de segundos que transcurrirían, dos kilómetros más allá de arrancar el motor, durante un accidente fatal. Hemos visto en el cine que la vida pasa a modo de escenas en cuestión de instantes. Los niños, mi mujer, mis colegas del instituto, mis compañeros de trabajo, mis amigos y los que no lo son no tanto; todos ellos a esperar la ronda de llamadas que se iniciaría desde la comandancia de turno o desde el servicio de emergencias correspondiente.

Porque estoy harto del macarra que a las tantas y casi siempre a la misma hora se me pega al culo del coche a 150 por hora para adelantarme; y del "profesional" de la ruta que aprovecha su último modelo de transporte para pasarme a 160 con otros tres colegas en caravana a dos metros uno del otro; y de los chulos que van tumbados en su asiento de coche deportivo con la churri al lado pensando: "Vaya 'buga' que tengo y vaya 'piba' que me llevo". Insisto, no me da la gana echar la culpa a las carreteras.

Seguro que el día que nos quitemos de la cabeza el pique con el de al lado, nos olvidemos del reloj para llegar a un destino y seamos más civilizados, descenderán los datos estadísticos. Hasta entonces, seguiremos siendo políticamente correctos, tendremos chivos expiatorios y nos ocultaremos tras cifras falsas porque los datos son mucho peores de lo que nos anuncian.

Mientras tanto echemos la culpa al director general, a los guardias y al asfaltado.

Puede que así nos conformemos, pero mientras tanto, llevemos a cabo el ejercicio que propuse dos párrafos más atrás.

Ángel Expósito.

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