Una lección desde el Chad, donde más duele

Europa Press Sociedad
Actualizado: lunes, 5 noviembre 2007 14:16

Lo acontecido en los últimos días en el Chad con los miembros de la ONG francesa 'El arca de Zoé', la tripulación española del vuelo charter y nada menos que un centenar de niños de por medio, es una durísima lección de lo que pasa por el mundo, en este caso desde el Chad, en un capítulo de los asuntos sociales especialmente sensible como es la adopción internacional de niños.

Y es que lo sucedido en Abeché y posteriormente en Djamena demuestra las mil y una aristas que un proceso así conlleva. Política, diplomacia internacional, derechos humanos, infancia, paternidad e intermediarios. Un 'cocktail' de difícil organización que cuando funciona resulta mágico, pero que cuando falla en uno de sus componentes, acaba en explosivo.

La adopción internacional comienza por un acuerdo entre estados. No hay que olvidar que es el país de los adoptantes y el país que aporta al niño, quienes firman en primer lugar un acuerdo político para que los niños de este país, acaben en el otro. Para efectuar ese proceso, se legalizan y autorizan las denominadas ECAI's, antiguas ONG, que intermedian entre las administraciones y las familias adoptantes. Es ahí, exactamente ahí, donde 'El arca de Zoé' se salta a la torera el proceso, bien porque no tiene autorización para la adopción por parte del estado francés o porque carece de los mismos por parte del estado chadiano. Y es que por muy mal que estén unos niños, si tienen padres o familia, el primer derecho es de ese entorno y de los propios niños, no de unos justicieros occidentales, por mucha razón que desde nuestra perspectiva les acompañe.

En segundo lugar, por el medio, aparecen los supuestos padres franceses y los legítimos padres chadianos. El fenómeno de la adopción internacional es exclusivamente occidental y cabría recordar que a nadie en África se le ocurriría adoptar a otro africano, por muy mal que la tribu correspondiente se encontrase. Es una mezcla entre el enorme sentimiento de paternidad/maternidad, junto al de solidaridad. Absolutamente nadie que no haya experimentado esas sensaciones a la vez puede explicarlo. Es imposible. De ahí que los supuestos padres franceses, como en su día los padres catalanes que sufrieron lo indecible en la R.D. del Congo, hagan lo imposible y se dejen engañar o les engañen con tal de tener un hijo. Insisto, nadie sabe lo que se puede llegar a sentir. No conozco sensación igual.

El tercer elemento del proceso es la política, porque cuando estalla el problema, aparece inexorablemente la solución desde arriba, cuando ha sido desde esa azotea de autorizaciones, donde radica el primer fallo. En el caso del Chad, evidentemente, el asunto explota cuando una autoridad chadiana alza la voz, denuncia el caso y paraliza el inminente vuelo de los niños. ¿Por qué? ¿Cuántas veces esa autoridad ha hecho la vista gorda? ¿A cambio de qué? Por otro lado, Francia es quien tuvo que vetar a la ONG de marras antes de que iniciara ese periplo. Por cierto, ¿cuántos vuelos similares había llevado ya a cabo?

Y por último, cuando debieran ser los primeros, surgen los protagonistas de la historia. Los alrededor de cien chavalines que deambulaban por la frontera entre Sudán --el infierno-- y el Chad, --la antesala del infierno-- y que hoy viven de la Cruz Roja en un orfanato de Djamena. ¡Cuántas llamadas de alerta, indignación y falsa lástima hemos oído desde hace una semana viendo los telediarios, y qué poco hacemos de verdad por ese centenar y por los millones que como ellos se mueren todos los días!

El asunto de 'El arca de Zoé' desde el Chad, es una lección donde más nos duele. Porque ha destapado las miserias occidentales de una falsa solidaridad y porque ha enseñado las vergüenzas del África profunda.

Sobre la política de liberaciones, el vuelo de Sarkozy, la contratación del charter y demás ángulos de la actualidad, que hablen otros. El problema de fondo, es que en la adopción internacional no vale todo, aunque no nos lo creamos.

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