Otro verano de horror e inmigración

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 8 mayo 2007 12:09

Resulta chocante que hablemos de mejor balance inmigratorio, cuando nos referimos a que ha descendido un cuarenta por ciento la llegada de cayucos desde las costas africanas. Es algo así como decir que si mueren en la carretera menos de 100 personas, el dato es bueno, pero que si lo hacen 110, la cifra es catastrófica. Cuando hablamos de gente, los números nos escupen a la cara.

Es decir que si llegan 5.000 asiáticos, subsaharianos o magrebíes, el dato es escalofriante, pero si arriban a nuestras costas tan solo 3.000 entonces, podemos estar satisfechos. Nuestra reacción ante las cifras suele ser más escalofriante, aún, que los propios números.

Pero más allá de la cínica aritmética, convendría hacer un repaso a la geografía elemental para apreciar la magnitud y la novedad del problema, que si bien el pasado verano se manifestó con enorme crudeza, para éste no solo no va a menguar, sino que resultará más desolador aún.

Los expertos en movimientos migratorios cuentan que la corriente humana que proviene de Asia realiza una auténtica epopeya para llegar a Europa. A saber: desde el sur de China, Pakistán o la India llegan en barcos negreros hasta las costas de Eritrea o Etiopía, tras navegar por el Cono del Indo y bordear la Península Arábiga. Ya en suelo africano, las mafias organizan excursiones para muchos mortales con cientos de individuos, en autocar, con el fin de atravesar por orden Sudán, Chad, Níger y Mali. En este último país, suelen unirse a la expedición de supervivientes otros cientos de africanos procedentes de Sierra leona, Guinea Conakry, Guinea Bissau, Liberia, Costa de Marfil, Togo, Gana o Camerún. En ese momento, es donde se mezclan todas las etnias imaginables en el fenómeno inmigratorio, de ahí, que los barcos que lleguen a Europa sean tan multirraciales.

Ya juntos, desde Senegal, ahora, o Mauritania, antes, zarpan hacia Canarias o hacia el Estrecho de Gibraltar, si es que llegan, por una imaginaria ruta trazada frente a la costa africana en dirección sur-norte. Si tienen suerte serán avistados en algún punto próximo a aguas españolas; si no, los mauritanos les dejarán a la deriva y podría darse le caso, como ocurrió en agosto pasado, de que aparezcan los cadáveres en las costas brasileñas o sencillamente sean engullidos por el Atlántico.

Baste la traducción geográfica de este camino a la capacidad de supervivencia del ser humano, para que uno se dé cuenta de que el fenómeno es imparable. Deberíamos acostumbrarnos. Por su fuera poco, si analizamos a cada uno de los actores políticos en el proceso el panorama se vuelve más desolador aún. China, con un enorme cinismo, expulsa a quienes quieren salir y allá se las compongan otros; Pakistán tiene un problema político-religioso con su vecino Afganistán que permite la "exportación" de nacionales con lo que ello conlleva de inseguridad para la Europa receptora; los países africanos por los que atraviesa la comitiva viven gracias a estas mafias de "touroperadores" negreros y a sus propias guerras. Y para colmo, al final, Marruecos, Mauritania o Argelia, se enfrentan a las avalanchas como pueden, con el mínimo respeto a los derechos humanos, completamente desarbolados y con un integrismo islamista interno y externo que aumenta día a día.

Porque ellos también sufren la inmigración. Baste con ver cómo en los suburbios de las grandes ciudades marroquíes se amontonan subsaharianos y magrebíes procedentes del campo y huyendo de la sequía, formando bolsas enormes de millares de futuras víctimas del islamismo radical que recluta chavales sin ningún esfuerzo. Pero éste es otro tema del que podremos hablar, por desgracia, semanas, meses y años más adelante.

Hasta entonces, bastaría con que abriéramos el atlas de nuestros hijos, echáramos un vistazo a la ruta que comenté líneas atrás y nos atáramos los machos no para la que se avecina, sino para la que ya tenemos encima. Porque nos espera otro verano de horror e inmigración, sean cuales fueren las cifras.

Ángel Expósito.

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