Actualizado 13/06/2013 14:00

Antonio Casado.- Mas se reconduce

MADRID 13 Jun. (OTR/PRESS) -

Se veía venir desde el miércoles pasado, cuando el agobiado presidente de la Generalitat, Artur Mas, parecía poco dispuesto a seguir huyendo de los problemas: la falta de presupuesto a estas alturas del año, el incierto margen de déficit público que toque en el reparto del próximo Consejo de Política Fiscal y Financiera y, muy especialmente, convivir con la incómoda sensación de estar cautivo de los independentistas de ERC.

Por eso, una de las cosas que dejó clara en su intervención de este martes, al presentar su programa de actuación para lo que resta de Legislatura, es que el timón del Gobierno lo empuña él y no sus socios. Ninguna manera mejor de demostrarlo que anunciar su firme decisión de agotar su mandato (de elecciones anticipadas, nada de nada), aprobar los Presupuestos (con ERC o con quien sea) y celebrar la consulta pero sin prisas y no por las bravas (no a una declaración unilateral de independencia).

Todo un programa de retorno a la centralidad y el sentido común, de donde nunca debió haber salido. Triunfo de las tesis de Durán i Lleida (consulta concertada con el Gobierno central). Y premio a la proverbial indolencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuya "resignada languidez", que diría Aznar, ha devenido en freno eficiente del sueño independentista. La fórmula consiste en no entrar al trapo de las provocaciones y una estricta aplicación de la ley. Tanto en lo que se refiere al fondo (los principios) como a la forma (la dichosa consulta).

Así es. Rajoy siempre ha dejado muy claro que no tiene la menor intención de tocar los dos artículos de la Constitución que forman la muralla legal frente a quienes quieren un Estado propio. Uno es el número 2: soberanía nacional única e indivisible. Y otro es el 92: sólo el Rey, a propuesta del presidente y previa autorización de las Cortes Generales, puede convocar un referéndum sobre decisiones de especial trascendencia.

El paso del tiempo ha ido haciendo el resto. Ahora el president, que depende de la caja del Estado para tapar agujeros, ya ha reconocido en sede parlamentaria los errores cometidos a partir del pecado original: confundir la masiva manifestación del 11 de septiembre con una fuente de legitimidad. Y hasta su hombre de confianza, Francesc Homs, consejero de Presidencia, va por ahí diciendo que el proceso se precipitó con aquella manifestación.

Las pruebas las dieron las urnas dos meses después, con un sorprendente retroceso de 8 puntos porcentuales de CiU (de 38,4% a 30,6%).

Al principio Mas intentó doblar la apuesta, pero, algo más de medio año después, el viaje hacia la tierra prometida del Estado propio se ha frenado. Al menos se ha hecho un alto en el "derecho a decidir" con espíritu de pacto. Dentro de la ley, según el modelo escocés y no según el modelo Kosovo.

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