MADRID 26 Nov. (OTR/PRESS) -
En Andalucía lo nuevo llega apadrinado por lo viejo. Así debe ser, se dirá. No estemos tan seguros en el caso de un partido con la credibilidad arruinada y en dramática búsqueda de la identidad perdida en mayo de 2010. Estando tan cerca ese divorcio con su electorado y su militancia, lo mejor va a ser que el futuro líder del PSOE no traiga el aval de lo viejo ni venga apadrinado por nadie. Imposible encajar en ese perfil ideal a la nueva secretaria general andaluza, Susana Díaz.
Un producto exclusivo del aparato que llega apadrinada por su antecesor, José Antonio Griñán. No es precisamente un eslabón perdido sino un bien acabado producto del "aparato", aunque con menos de 40 años de edad. De modo que no sabemos si, cuando los socialistas hablan de renovación generacional, hemos de verlo como un mandato ineludible del calendario (el caso es que sea joven) o de la memoria socialista (el caso es que sea fiel al ideario). Todo lo cual nos obliga a preguntarnos si estamos ante el principio de lo nuevo o el continuismo de lo viejo, por muy travestido de novedad que se nos ofrezca.
Así las cosas me temo que se están amplificando las apariencias de cambio generacional para que las cosas sigan igual. Hay que mantenerse atentos a la pantalla. De momento, el congreso de Granada solo nos ha ofrecido palabras y lo que importan son las actitudes. Ya veremos como se van haciendo las cosas. En Andalucía y en el resto de España al mismo tiempo, si nos atenemos al hecho verificable de que en estos momentos, en el interregno entre la Conferencia Política de primeros de noviembre y la celebración de las elecciones primarias (después de la primavera próxima), el secretario general del partido, Alfredo Pérez Rubalcaba, está gobernando el PSOE en coalición con la presidenta de la Junta de Andalucía y líder del partido en ese territorio, Susana Díaz. En esta pareja política, ella es la parte fuerte y él la débil. Por las razones antedichas.
Aunque las ideas de ambos son perfectamente intercambiables, la diferencia entre ambos determinará el futuro inmediato del PSOE. Me refiero a la importancia de lo desconocido como garantía de credibilidad. Lo conocido, por no decir lo viejo, siempre saldrá perdiendo en la comparación. De hecho, lo fácil es disparar contra Rubalcaba, aunque sea de forma elíptica, como ocurrió en el congreso de los socialistas andaluces celebrado el pasado fin de semana en Granada. En algunos momentos de los discursos del expresidente Zapatero y el expresidente de la Junta, Griñan, parecían tener el mismo destinatario. O sea, Rubalcaba, y no los electores y militantes del partido. Sobre todo en lo referente a la necesidad de renovación generacional empezando por arriba. Con la valiosa colaboración de ciertos medios informativos, en los que el grado de enaltecimiento de la nueva líder andaluza se corresponde con la prisa por desalojar al secretario general del partido.