MADRID 3 Ene. (OTR/PRESS) -
Más que pobre, envenenado el principio y el fin del año que acabamos de enterrar. Empezó con la sonrisa congelada de Zapatero cuando, sobre los escombros de la T-4, tuvo que tragarse su anuncio todavía fresco -lo había formulado unas horas antes- de que 2007 sería mejor en materia de lucha contra Eta. Y terminó con las tremendas profecías para el año 2008 de dos altos dirigentes de la Jerarquía Católica. Cardenales por más señas. Uno, monseñor García Gasco, arzobispo de Valencia, anunció el irremediable fin de la Democracia. Y otro, Rouco Varela, arzobispo de Madrid, la quiebra de la Declaración de los Derechos Humanos. Qué fuerte. En ambos casos, como ya se habrá deducido, se entiende que ambas cosas pueden evitarse si dentro de tres meses conseguimos que este país deje de estar gobernado por los socialistas. Pero si el anticristo sigue instalado en Moncloa, que Dios nos pille confesados.
Aunque para mensajes envenados y obispos gafes, se lleva la palma el de Tenerife, monseñor Alvarez, que ha comparecido ante la opinión pública francamente preocupado por la desprotección a la que están sometidos los clérigos ante el descaro sexual de los adolescentes modernos. Algo tendrá que hacer el bloque tridentino del Episcopado -por ser tres, Rouco, Cañizares y Gasco, no por su añoranza de Trento, que a lo mejor también- para que las familias aplasten a tiempo el huevo de la serpiente y preserven a las sotanas de tan intolerables asechanzas de la carne nueva y provocadora.
El caso es que el tridente cardenalicio español, los tres al ataque, como Messi, Ronaldiho y Eto'o, pusieron de los nervios a José Blanco, un cristiano perplejo que oficia de primer cardenal de Zapatero, con la manifestación a favor de la familia promovida por los obispos en la madrileña plaza de Colón. "Fue un acto del Partido Popular presidido por tres cardenales", dijo el secretario de Organización del PSOE, al tiempo que les invitaba a participar en las elecciones sin dar tantos rodeos.
Era una forma sibilina de sugerir que la política también anda entre las sayas de los obispos. Parece un caso flagrante de mano tendida y mano mordida, pues nunca el poder del Estado español había sido tan amable con la Iglesia católica. Dicho de otro modo: nunca la Iglesia había visto ni peor nivel de practica religiosa ni mejor trato por parte del Gobierno de la Nación, tras el incremento oficial de la aportación voluntaria de los ciudadanos hasta el 0,7 % en la declaración del IRPF. Pero esto es lo que hay.
Antonio Casado.