MADRID 29 Ene. (OTR/PRESS) -
En la clausura de la conferencia política del PSOE el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, prometió este domingo un recorte de 400 euros por cabeza en la declaración del IRPF si gana las elecciones. La deducción se haría efectiva en el mes de junio de 2008. Teniendo en cuenta que las elecciones están convocadas para el mes de marzo, podemos decir en perversa conclusión que sólo la necesidad de esperar tres meses impide hablar de votos comprados, como hacían los caciques de la política nacional en el siglo XIX y principios del XX. Ahora vendría a ser una compra aplazada del voto.
Es una medida eminentemente electoralista, condicionada al triunfo electoral del PSOE, Si llegase a ser aplicada, afectaría a 13 millones de españoles y supondría un coste de 5.000 millones de euros a las arcas públicas. Es verdad que en estos momentos el Estado dispone de un envidiable superávit presupuestario por encima del 2 % del PIB. Y eso aumenta las tentaciones de romper la hucha, que es de todos, no del PSOE, para seguir en el poder. Sobre todo si se avecinan tiempos de vacas flacas.
Si no caminamos hacia una depresión económica en toda regla, como muchos expertos anuncian, en el aquí y ahora al menos reina la incertidumbre. Nadie lo discute. El bolsillo de los españoles está menguando y tiende a menguar más en un curioso contexto de familia pobre en Estado rico. Por eso se trata de liberar recursos públicos y ponerlos en manos privadas. Entre otras cosas, para alimentar el motor del consumo con la intención de frenar en lo posible un ciclo depresivo, a imagen y semejanza de la iniciativa de Bush en los Estados Unidos.
Sin embargo, la oferta de Zapatero tiene puntos oscuros. El primero es la ya mencionada vinculación de la misma al triunfo electoral de los socialistas. Otro es su carácter lineal e indiscriminado, pues los 400 euros de deducción a cada declarante del IRPF no tiene en cuenta el nivel individual de sus ingresos. O sea, a 13 millones de españoles por igual, sean más pobres o más ricos ¿Y por qué no 800 a los más pobres y cero a los más ricos? Es impropio de un partido de izquierdas su falta de progresividad. "El ahorro es de todos", dice Zapatero, olvidando un clásico del socialismo. A saber: la fiscalidad es un instrumento de redistribución de la riqueza, en aplicación de un principio de solidaridad con las capas más desprotegidas.
Incluso desde el punto de vista técnico, tampoco parece muy eficaz como una forma de devolver poder adquisitivo a los ciudadanos. Si se trata de animar el consumo, es obvio que los 800 euros al pobre sí aumentarían su capacidad de consumo, mientras que los 400 al rico se la dejarían igual.
Antonio Casado.