MADRID 16 Ene. (OTR/PRESS) -
Aunque la entrega de este comentario es anterior a la sesión parlamentaria del lunes, donde el presidente del Gobierno iba a recabar la unidad democrática frente al terrorismo, todo apunta hacia una nueva escenificación del desencuentro entre el Gobierno y el Partido Popular.
Las declaraciones previas de Rajoy eran muy elocuentes. Decía el líder del principal partido de la oposición que apoyará a Zapatero si vuelve al Pacto Antiterrorista para derrotar a ETA y no para dialogar con la banda. Pero eso no sería apoyar al presidente sino aceptar que el presidente le apoyase a él. O sea, que el Gobierno actúe al dictado del PP, lo cual supone una perversión de las reglas del juego, por mucho que Rajoy hable y no pare de lo bien que nos fue a todos el Pacto Antiterrorista y de lo bien que nos iría a todos si se reactivase.
Lo malo de este discurso es que está construido en el vacío. O sea, no sobre hechos verificables sino sobre sospechas, según un arbitrario proceso a las intenciones de Zapatero. Su carga reprobatoria básica se centra en una negociación con precio político que el Gobierno siempre ha negado. O en un proceso de diálogo que, primero, nunca llegó a arrancar a causa de la violencia practicada por ETA tras del alto el fuego del 22 de marzo, y segundo, el Gobierno ha dado por finalizado cuando ETA decidió romper esa tregua con el atentado del 30-D.
Sin embargo, es cierto que el presidente no es explícito cuando se le pregunta por el futuro del "proceso" después del atentado en la T-4 de Madrid. En sus amplísimas declaraciones del domingo a "El País" se le hizo la típica pregunta sin escapatoria: ¿Está usted dispuesto a asumir la formulación "Nunca volveré a negociar con ETA"? Respuesta evasiva. El presidente se va por la tangente, como ya hizo en la rueda de prensa de la tarde del atentado. Sobre el presente y el "mañana inmediato" reitera que el diálogo está en "punto final", pero deja elíptico un ya veremos para un futuro a mayor o menor plazo.
Sobre ese vacío o esa puerta no del todo cerrada a la eventual refundación del "proceso" construye su discurso Mariano Rajoy, que se alimenta, pues, de la ambigüedad de Zapatero. El presidente lo sabe y lo incentiva porque le conviene retener al PP en esa posición del retorno imposible al Pacto Antiterrorista. A su vez, a Rajoy le conviene -esa es su apuesta, al menos-, mantenerse en esa posición diferenciada y seguir esperando el descarrilamiento político de Zapatero.
En consecuencia, y aún antes de iniciarse la sesión parlamentaria del lunes, se puede adelantar con escaso margen de error que seguimos en las mismas. A la vista de sus respectivos cálculos electorales, ni el PSOE ni el PP están por la labor de unirse para echar a ETA de nuestras vidas. Es la triste realidad.
Antonio Casado.