MADRID 19 Ene. (OTR/PRESS) -
El PP podía haber tenido ganadas las elecciones en la mañana del 15 de enero y haberlas perdido por la noche. Por la mañana fichaba a Pizarro y por la tarde perdía a Gallardón. El PP, el aparato, Aznar, sus tentáculos mediáticos, las soberbias de Esperanza y Alberto, tanto monta, monta tanto, parecen empeñados en hacerle perder la elecciones a Rajoy y justo cuando parece que sus opciones están despegando lo que hacen es pegarse el tiro ya no sé si en un pie o en los mismísimos.
También cuenta la propia torpeza de don Mariano en gestionar asuntos y tiempos. Si no quería en la lista a Gallardón habérselo dicho hace un año cuando el alcalde se propuso y no esperar ahora a boca de urna. Y en todo caso, haber dado primero ese No que el Sí de Pizarro. El orden de factores en este caso desde luego que altera el producto político y mediático. Lo positivo de un impacto queda arruinado en sólo horas por lo negativo del otro cuando bien podía haberse hecho al revés.
El PSOE estaba en la zozobra.Con dos zetas por falta de una. Mientras las encuestas señalaban un cierto repunte del PP el PSOE naufragaba en el montaje vacuo y por todos entendido como de sublime inutilidad de la Alianza de Civilizaciones. Mientras unos se congratulaban con la noticia de que un personaje por muchos admirados en lo económico como Pizarro se ponía en línea de batalla en la izquierda cundía el desánimo al ver como empezaban a resonar de manera horrísona los ecos de la entrevista de Pedro J en la que Zapatero reconocía con todo desparpajo y frivolidad haber mentido de manera contumaz a los españoles y haber seguido negociando con ETA tras el sangriento atentado de la T-4 , arguyendo para la atrocidad 20 veces negada por el y Rubalcaba, que se lo "pidieron instancias internacionales", como ramplona e inadmisible excusa.
Pero ahí, justamente ahí, cuando mas llovía y para otros comenzaba a salir el sol, Gallardón y Aguirre, dos activos importantísimos del PP viejamente enfrentados, pero al mismo tiempo las caras más evidentes de la ambición del poder, hicieron trizas el escenario escenificando con gran alboroto y una vez más su pelea de corral, donde la gallina derrotaba una vez más al gallo. La una amenazó con dimitir, antes, de su puesto de Presidenta de la Comunidad si Gallardón figuraba en la candidatura para poder presentarse ella también a las listas. El otro amenazando con dimitir ,después, de alcalde tras el 9-M por no haber ido. Ganó en primera instancia Esperanza Aguirre, perdió Gallardón. Pero han perdido los dos . Y ha perdido su partido.
Nada reluce ahora con mayor destello que ni al uno ni a la otra les importa un rábano ni los ciudadanos y los cargos para los que fueron votados y con mayoría absoluta, que tan sólo entienden como trampolín esos cargos para asaltar la presidencia de su partido y desde ahí la Moncloa. Y que mienten ambos cuando dicen que lo que desean es ayudar a ganar a Rajoy a ganar las elecciones. Su jugada parece indicar exactamente lo contrario. Que sólo están esperando a que las pierda. Porque para heredar primero es necesario que muera el heredado. Y por lo que ambos disputan es por cual de los dos está en esa hora en mejor sitio colocado. Porque esa es la pregunta. ¿A que se debe el interés por ser diputado?. Si gana Rajoy no vale para nada. Cada uno a su olivo y el escaño vacío. Sólo vale la jugada si Rajoy pierde y entonces el que tenga escaño en el Congreso , condición insoslayable para hacer oposición según dolorosa praxis de Hernández Mancha, lleva ventaja y es ahí donde ambos se han dejado ver todo el plumero.
Y lo que ha quedado más que claro es que a ambos , lo que menos les importa es la victoria electoral y lo parece que descuentan y quieren descontar es la derrota. Desde ningún otro punto de vista se entiende si no su actitud y el auténtico regalo que le han hecho Aguirre y Gallardón a Zapatero y al PSOE y el auténtico destrozo que le han ocasionado a Rajoy y al PP. Hundirlo para heredarlo. Pero se les ha visto tanto la jugada que puede que, si hay cierto sentido común, ambos hayan quedado ya desheredados.
Antonio Pérez Henares.