Actualizado 02/03/2008 01:00

Antonio Pérez Henares.- La manifestación de los cazadores

MADRID 2 Mar. (OTR/PRESS) -

Los cazadores salieron a las calles de Madrid. Se había intentado presionar, se había buscado todo tipo de admoniciones y hasta amenazas, se había movilizado mucho poder y hasta mucho dinero para que las gentes del campo no se movilizaron. Hasta se empezó a parar a cientos de autobuses que venían hacia Madrid. Fue en vano. Habrá un antes y un después. Los cazadores españoles, junto a las gentes del campo, venidos de todos los lugares de España, dieron muestra de su fortaleza, se su unidad y de su saber estar en la Castellana en una marcha multicolor, vibrante, de emoción campera y de orgullo por ser lo que son exigiendo que el acoso, el desprecio y la persecución cejen contra su colectivo.

No sé lo que querrán contar en número. Un inmenso gentío que cuando la cabecera ya estaba en la plaza al final de Nuevos Ministerios, frente al de Medio Ambiente, la cola no había podido arrancar todavía del Estadio Bernabeu.

En su inmensa mayoría, gentes sencillas, hombres del campo, cazadores de a pie, absolutamente alejados del estereotipo del 'señorito' con el que quiso descalificarlos la ministra Narbona convertida en su declarada enemiga. No hubo política, o mejor, no hubo partidismo. Ni un solo signo, ni una sola bandera de un partido. Eso sí, las de 29 países cuyas organizaciones cinegéticas quisieron apoyar a sus compañeros españoles y de todas las comunidades autonomas ondearon juntas con la bandera de España en la manifestación.

La ministra de Medio Ambiente es la que se ha equivocado y mucho, de medio a medio, exactamente. Y ha puesto a su partido en un auténtico brete. Cazadores hay de toda edad, pelaje, condición y gobierno. Votantes de todos los partidos. Con su corte de talibanes ecologistas les declararon un día la guerra y ayer le dieron su respuesta. Una masiva respuesta de centenares de miles de almas que ya no se van callar una sola vez más ante sus atropellos.

P.D.: Ocho locos, exactamente ocho, miembros de algún desquiciado colectivo ecologista pretendieron crear un incidente de orden público, con pancartas y disfraces llamando asesinos a los manifestantes. Sólo el buen juicio de estos y la rápida intervención del servicio de orden y de la Policía Nacional que dio las gracias a los manifestantes por su comportamiento, evitaron algo penoso.

Antonio Pérez Henares

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