MADRID 12 Abr. (OTR/PRESS) -
La guerra y en la política el mal cálculo de los tiempos es más que preludio, sinónimo de derrota. Esperanza Aguirre, curtida en estas lides, veterana en batallas, con cuajo, entereza y valentía a prueba de bombas solía tener muy claros los "tiempos" y esa ha sido una de las claves de sus éxitos. Sin embargo, parece que ahora ha errado. Se ha equivocado de momento. No es ahora cuando tocaba ese movimiento. Pero es que Esperanza Aguirre no ha sido quien ha errado. Han sido otros, sus apóstoles mediáticos, sus discípulos adelantado quienes la han metido en un mal paso.
Los tiempos de Esperanza eran y son otros. Ahora de lo que se trababa era de visualizarse como alternativa, pero no para hoy mismo, porque esa ni es conveniente ni casi posible: no es diputada y eso supone un déficit enorme pues mucha de la oposición se ejerce en el Parlamento y en los cuerpo a cuerpo con Zapatero en el hemiciclo . No tener esa posibilidad es perder todos los combates por incomparecencia. Ya le pasó a Hernandez Mancha. Pero es que además lo que el Partido ahora desea y hasta necesita es que sea Rajoy, quizás ya casi amortizado, quien aguante. Quien pasado el congreso de junio sea quien afronte, y se acabe de quemar o salga con viento en las velas, las difíciles y posiblemente contrarias elecciones del Pais Vasco, Galicia y las europeas. Será entonces, y en vista de esos resultados, cuando sea el momento de las candidaturas verdaderas al cartel electoral del 2012. Ahora, voluntarismo aparte, para eso queda un mundo y en política una eternidad de infierno.
Ese y no en junio puede ser el momento de Esperanza Aguirre o de cualquier otro. Ahora de lo que se trataba y lo que trata la inteligente Aguirre es de hacerse notar, de presentar credenciales simplemente. Para mañana. Pero no apareciendo como "enemiga" ni suscitando tan adversas reacciones. No lo pretendía y no lo quiere, porque ni es bueno para ella ni es bueno para su partido. Y lo sabe.
Pero algo le ha salido mal y tiene que restañar cuanto antes. Al viejo axioma de Adenauer de los cuatros peligros de un político: los adversarios, los enemigos, los enemigos mortales y los compañeros de partido hay que añadir un as al repoker: los periodistas afines. Y a Espe esa carta le ha hecho trizas la jugada y ha permitido que adversarios, enemigos y ¡ay!, los compañeros de partido se lancen contra ella. No para descartarla ahora. Sino para descartarla para luego. Que es cuando se jugará la verdadera partida.
Antonio Pérez Henares.