MADRID 11 May. (OTR/PRESS) -
El presidente va camino de convertirse en uno de los siete sabios de Grecia. Si hacemos caso al viejo aserto y por rectificaciones, tiene garantizado podium y a día de hoy desde luego la 'pole' no se la quita nadie.
Dicho sea sin la menor acritud, que diría Felipe González, y hasta con una fuerte carga de simpatía e incluso de aplauso, el presidente del Gobierno de España parece decidido a que sus políticas, lo diga o más bien lo oculte, van a ser en ocasiones diametralmente opuestas a las que fueron sus señas de identidad básicas en la pasada legislatura.
Lo más visible es su política antiterrorista. Tras tirarlo el burro y varias veces, parece que ha entendido y la línea de actuación se está manteniendo, de la mano del inteligente Rubalcaba, en los parámetros de la firmeza y la derrota de ETA. Mentar hoy en Moncloa al 'Proceso de Paz', hablar de él en una radio o sacarlo a colación en un mitin supone delito de lesa patria partidista y acabar en las mazmorras de Pepe Blanco o en los exilios más penosos. Reconocerlo no se reconoce, pero aquello fue una filfa penosa y que le podía haber costado -con otra oposición hubiera sido muy probable pero Zaplana seguía en el 11-M- las pasadas elecciones. Lo saben.
Con los nacionalistas también se varía el tiro. Incluso con los de su propio partido. Digamos que hablo de Montilla. A los externos, tras haberles metido un bocado sustancioso en el electorado, ahora se dirige directamente a quitarle la peana al PNV y dejar a Ibarretxe sin referéndum, pero además sin silla. El lehendakari no entiende ni lo que pasa en Madrid ni lo que está pasando en su propio partido. No se da cuenta que este es otro tiempo y aunque coloca a ZP ante el espejo de sus errores poniéndole delante su propia negociación con ETA no se da cuenta de que aquello esta amortizado, enterrado y que esa senda ha quedado, aunque lo de por nunca jamás en política no existe, vedado. La baraja de Ibarretxe es vieja y esa partida está cerrada. La que se juega ahora es la de elecciones y en ellas, PNV y PSOE, andan de pillo a pillo pero en pillerias publicitarias los socialistas le dan mil vueltas a los de la boina por muy de Urkullu que se vistan. Si ganan las próximas autonómicas desde luego no va a ser aquello de Txiqui Benegas. Si el PNV acaba por retornar a la senda constitucional será un alivio.
La tercera rectificación clamorosa y por supuesto también negada es con la emigración. Por ahí viene un toro cargado de parados y conflictos. Sin que se note, ya ha empezado don Alfredo a dar el giro que será copernicano, y van a acabar dejando el contrato de integración de Rajoy en pañales después de haberlo acusado de ser de extrema derecha. Otra cosa será lo de darle voz y voto. Eso que creen que les interesa será su jugada para intentar ganar las alcaldías. Pero aunque su cálculo sea ese, habrá que valorar la cuestión por sí misma. ¿Tienen derecho a votar los emigrantes regularizados en las elecciones municipales?. En su momento y fuera de cálculos habrá que decidir con razones y en conciencia.
Las rectificaciones van a ser muchas. Con Chávez -que cada vez será más malo y mas gorila, 'El País' ya no lo considera de los progres sino un peligro, que lo es, que juega sucio de la mano de narcoterroristas de las FARC- y con EE.UU., aunque el que gane sea Mc Cain, se caerá en sus brazos como un hijo pródigo de vuelta a un hogar.
Todo pues va a ser rectificación y si es para bien no queda sino alegrarse. Pero en todo no. Para seguir manteniendo seña de identidad progre-radical queda el 'ministerio del amor' y meterse con los curas. Ahí, cosa de granero laico de votos, seguirán un erre que erre y tensarán la cuerda con la iglesia. Lo malo es que más les gustaría rectificar pero no saben cómo. Porque a ver cómo diablos pueden rectificar con lo del paro y la economía. Ahí los datos, el dolor de los bolsillos, las punzadas de la cartera justo al ladito del corazón a quienes le están rectificando es a ellos. Y el sabio de Grecia se limita a meter como un pollo la cabeza bajo el ala y esperar a que algo amaine cuando lo que sucede es que la cosa a lo que va es a peor. Y los pollos que hacen eso suelen acabar pelados.
Antonio Pérez Henares