El fuego y las miserias

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 7 agosto 2007 15:07

MADRID 7 Ago. (OTR/PRESS) -

Un año más, con pertinaz contundencia, el fuego destapa las miserias autonómicas y las ineficacias gubernamentales. Es uno de los más graves problemas de España, la catástrofe reiterada, una verdadera cuestión de Estado, pero cada año lo único que parecemos oponerle es la irracionalidad e insensatez de lo peor de nuestros sistema autonómico: esa parcelación en taifas de poder, ese ansia insaciable de competencias y esa inutilidad e irresponsabilidad cuando el problema, la emergencia y el drama llaman a la puerta y exigen respuesta inmediata y contundente.

El fuego lo hace cada verano, en Guadalajara, en Galicia o en Canarias, y en todos los lugares sucede lo mismo, mas allá de la responsabilidad primera en el cerillazo o la promesa de ayudas y talones después del burro muerto y la tierra abrasada : la descoordinación, la incompetencia, la burocracia, la falta de autoridad y mando único que permita atajar y atacar con todas las fuerzas al alcance y atajar cuanto antes las llamas.

En Canarias, como en tantos sitio ni se han empleado todos los medios posibles, ha sido un desbarajuste de administraciones , el voluntarismo y hasta la heroicidad no han podido contener el fuego y al final se ha terminado cuando ya casi no faltaba nada por quemar. Entonces ha llegado el gobierno con la chequera.

Pero no es solo, y en este menos que en ningún caso, cuestión de dinero. Los euros no van a revivir los pinos ni los billetes reverdecer los palmerales socarrados. Buscan tapar bocas y comprar votos, esa es la cruda verdad y asi hay que decirlo aunque suene a muy poco políticamente correcto el expresarlo.

El fuego es una cuestión nacional y necesita un acuerdo de estado para afrontar el problema. Se dice cada verano, incluso se promete y se arroja a la papelera cada invierno. El Gobierno de la Nación, la catastrófica Carbona y su corte de talibanes ecologistas al dictado y a la subvención, hacen una ignominiosa dejación de responsabilidades y se limitan cuando la llama nos alcanza a consignas huecas, escabullir el bulto y buscar con ahínco a quien le pueden cargar el mochuelo. En la filosofía de ese ministerio como en la del integrismo ecolojeta solo funciona bien la acción negativa. Esto es: paralizar, prohibir, oponerse, impedir. Eso lo bordan, en cualquiera de los elementos: tierra, agua y fuego. Pero en lo cuanto a la acción positiva: o sea, hacer, ese verbo no solo no lo conjugan sino que los desconocen por entero.

Pero es imprescindible aprenderlo y conjugarlo y de una vez. Es prioritario el asumir como cuestión de estado el problema y poner los medios y las formulas para afrontarlo y dejarse de zarandajas competenciales y engolamientos de ministrillos autonómicos. El fuego, que desconoces estatutos y no reconoce fronteras, necesita todos los medios de la Nacion , centralizados, coordinados y operativos para combatirlo.

El monte, el campo necesita también y con urgencia que esa posición suicida de abandonarlo, de persecución de quienes sobre el viven y lo cuidan, de esa normativa que impide labores y limpiezas sea sustituida por otra de colaboración de respeto y de consejo de quienes lo cultivan y cuidan. El fuego no se ataja con comunicados, ni se vence con pegatinas. Y eso es lo que es lo que los ecologistas de la Narbona nos recetan a cada incendio. Seguro que sobre este ya han emitido al menos cuatro docenas. Uno por cada mil hectáreas quemadas.

Antonio Pérez Henares.

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