MADRID 18 Ene. (OTR/PRESS) -
Todas las versiones conocidas de la tensa reunión de Mariano Rajoy con Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón conducen a las mismas conclusiones demoledoras. La primera, ninguno de los dos aspirantes a suceder a Mariano Rajoy tiene confianza en él como líder hasta el punto de que antes de conocerse el resultado del 9-M se disputan su sucesión sin ningún decoro. Los dos saben que es mucho mejor estar en el Congreso de los Diputados para recoger los restos del naufragio de Rajoy. El peor mensaje que ambos podían lanzar a su electorado ha sido esta demostración de falta de fe en su líder.
La segunda conclusión es que los dos presidentes de Madrid, el de la Comunidad y el del Ayuntamiento, tienen poco respeto por los ciudadanos a los que debieran demostrar el máximo interés en sus responsabilidades de Gobierno por encima de cualquier ambición personal. Ninguno de los dos políticos tiene la cabeza puesta en el mandato que les dieron sus electores y sueñan con salir corriendo para ocupar otra silla. En el caso de Esperanza Aguirre, su oferta de dimitir para estar en la línea de sucesión de Rajoy le debiera inhabilitar moralmente como presidenta de la Comunidad.
La tercera conclusión de lo ocurrido es la enorme debilidad del liderazgo de Mariano Rajoy que ha dejado que estas disputas por sucederle crecieran y se hicieran públicas sin haber tenido la capacidad de atajarlas.
Por último, lo ocurrido es la constatación de la falta de democracia interna y de participación de los militantes y los cuadros del partido en las labores de control de la dirección del mismo. Un partido de capillas, grupos de poder y conspiraciones en donde lo que se echa en falta es la autoridad y el cesarismo del líder porque nadie se plantea siquiera la posibilidad de que los órganos de gobierno del partido tengan alguna capacidad de decisión.
Si alguien se pregunta por qué los ciudadanos desconfían de la política y de los partidos, en este espectáculo bochornoso tienen la respuesta: es la sencilla historia de la ambición personal de dos políticos que ni siquiera se conforman con ser alcalde de la capital de España y presidente de la Comunidad de Madrid, arbitrados por un líder que no sabe ejercer su liderazgo en un partido donde no existe la democracia.
Carlos Carnicero.